Cada día es una nueva oportunidad para volver a comenzar, nuestros minutos son irrepetibles. ¿Te has preguntado alguna vez si estas siendo sabio con tu tiempo? Quizá deberíamos preguntárnoslo más seguido.
Para crecer en la vida, es necesario salir de nuestra zona de comodidad.
Para que nuestro propósito se cumpla, primero tenemos que descubrir cuál es y luego, de ser necesario, empezar de cero… otra vez.
¿Cuán dispuestos estamos a dejar todo lo que creímos “seguro” para ir en pos de lo que Dios diseñó para nosotros?
¿Cuáles son los riesgos que estamos dispuestos a correr, cuando la única garantía que tenemos es una promesa intangible?
¿Que tanto nos despojaríamos de nuestros logros para que conocer el plan maestro de Dios se vuelva nuestro desafío diario?
¿Cuánto tiempo nos llevaría tomar una decisión como esta?
“Lo que mucho se dilata, se termina pariendo” suelo afirmar a veces. Y eso ocurre cuando sabemos que es lo que tenemos que hacer pero le buscamos hasta la última vuelta al asunto para no asumir riesgos. Nos convertimos en cobardes por orgullo, creemos que el mundo no podrá seguir sin nosotros.
Lo siguiente es una serie de sucesos en los que pareciera que el universo se confabula en nuestra contra, sabemos que la cuerda está a punto de romperse pero queremos seguir tirando hasta ver donde aguanta.
A veces no hay que esperar que las situaciones nos lleven a tomar decisiones, solo hay que tomar decisiones para que esas situaciones no pasen. Tarde o temprano lo tenemos que hacer y quizá hasta sea doloroso, pero sufrir ya es una opción personal.
“Pero yo elijo a Dios” dice Thalles Roberto en su canción. Elegir es una decisión, Dios no nos va a obligar a hacerlo… a veces el libre albedrío tiene estas contracaras. Aun cuando nos hizo a su imagen nos dio libertad de decidir y con ella la oportunidad de equivocarnos sabiendo que así y todo, las cosas se tornaran para nuestro bien.
Decidir empezar de cero otra vez, es un acto que debe estar basado en convicciones tan profundas como la fe que tenemos de que Dios existe y nos ama, ya que de lo contrario ese si sería un error del que nos podríamos arrepentir el resto de nuestra vida.
De aquí en más, nada de lo bueno que hayamos alcanzado se compara a lo que viene. Por incierto que parezca, en el próximo capítulo se escribe una nueva historia con el dedo de Dios.