Enseñaba Jesús en una sinagoga en el día de reposo; y había allí una mujer que desde hacía dieciocho años tenía espíritu de enfermedad, y andaba encorvada, y en ninguna manera se podía enderezar. Lucas 13:10-11 (RVR1960)

Dieciocho años tuvo que esperar esta mujer para ser libre de su enfermedad, probablemente ya resignada a vivir toda su vida de esa manera, pero “cuando Jesús la vio, la llamó y le dijo: Mujer, eres libre de tu enfermedad. Y puso las manos sobre ella; y ella se enderezó luego, y glorificaba a Dios.” Lucas 13:12-13.

Es importante notar, ¿Dónde estaba la mujer encorvada para que Jesús la viera e hiciera  su obra de sanidad? En la sinagoga y en plena presencia de Jesús. ¿Qué significa eso? Que la verdadera libertad y victoria ante cualquier situación consiste en  estar en la presencia del Señor.

La palabra de Dios dice: “Porque el Señor es el Espíritu; y donde está el Espíritu del Señor, allí hay libertad.” 2 Corintios 3:17 (DHH)

Para la mujer del relato, su condición o el dolor que sentía  nunca fueron un obstáculo para  acercase a Jesús, su amor por estar con el Señor era más importante que lamentarse por la situación que tenía. Ella decidió ir al encuentro con Jesús y recibió sanidad.

Si tienes problemas de salud, no dejes que eso te impida acércate a Dios, recuerda que el Señor nunca cambia: es el mismo ayer, hoy y siempre. ¡Es hora de buscarlo y recibir su sanidad!

“He aquí que yo les traeré sanidad y medicina; y los curaré, y les revelaré abundancia de paz y de verdad.” Jeremías 33:6. (RVR1960) 

Dios desea que tengas vida y vida en abundancia (Juan 10:10). No olvides que Cristo nos amó y se entregó a sí mismo por amor a nosotros, llevó nuestros pecados y enfermedades en la Cruz del Calvario y  por su llaga fuimos nosotros curados. (Isaías 53:4-5.)

Él sigue siendo el mismo y quiere restaurar tu vida. ¡Acércate a su presencia!

Oremos:

Padre nuestro que estás en los cielos, reconozco que sólo tú eres Dios y que para ti no hay nada imposible. Por eso hoy te pido que extiendas tu mano sanadora hacia tu hijo (a) que está delicado de salud; por favor quita el dolor o cualquier enfermedad de su cuerpo. Tengo fe que tú, Dios, tienes el poder para sanar y restaurar vidas. Confío que tu obra de sanidad está hecha. Gracias por tu amor y por tu misericordia. Que sea haga tu voluntad, en el nombre de Jesús, amen.

 

 

El siguiente crédito, por obligación, es requerido para su uso por otras fuentes: Este artículo fue producido por Radio Cristiana CVCLAVOZ.

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