4 consejos para dejar de juzgar a otros

4 consejos para dejar de juzgar a otros

Una forma de demostrar amor es viviendo sin juzgar a otros, pero a veces resulta difícil dejar nuestros prejuicios de lado.

Como seres humanos nos dejamos guiar por las impresiones, y respondemos en base a lo que creemos que es correcto. En ocasiones, esto nos ayuda a evitar el peligro ya que, si creemos que alguien puede hacernos daño, tomamos medidas que nos ayuden a prevenir cualquier ataque.

El problema es que así como prejuiciamos para protegernos, también lo hacemos para poner categorizar a las personas. Es así como nuestras ideas preconcebidas nos llevan a rechazar, condenar, hablar o tratar mal a la gente. Pero si queremos amar a otros, tal como Jesús nos mandó que lo hiciéramos, entonces debemos despedirnos de estos pensamientos.

Para dejar de juzgar a otros…

Reconoce tus prejuicios

Decir que no juzgamos a nadie que no se lo merezca es una forma de negación. Todos juzgamos, de una u otra forma, en base a nuestras ideas preconcebidas. Así que el primer paso para amar a la gente y no dejarnos guiar por nuestros propios estándares es reconocer que prejuiciamos de otros.

Una vez que entendemos esto podemos identificar cuáles son los detonantes que nos llevan a pensar mal de las personas. Para ello, podemos hacernos preguntas como:

  • ¿Qué me hace pensar mal de otros?
    • Comportamiento.
    • Apariencia o forma de vestir.
    • Palabras que usan.
    • Gustos o preferencias.
    • Forma de pensar, etc.
  • ¿Pienso de manera negativa sobre ellos porque son diferentes a mí? ¿Cuál es la razón de mi disgusto?

Cuando tenemos estos puntos en claro, podemos comenzar a trabajar en nuestros pensamientos y a ver a las personas como Dios las ve.

Deja que Dios trabaje en tu vida

El fruto del Espíritu Santo incluye el amor y la bondad que se extiende a cada área de nuestra vida cuando dejamos que Él trabaje. Si queremos dejar de juzgar a otros, debemos dejar que Dios cambie nuestro corazón y nuestra forma de pensar.

La Biblia dice que nuestro Padre no nos trata como merecemos (Salmos 103:10-12), por lo que no tenemos derecho de condenar a otros, por más que ellos practiquen el mal. Quizá esto resulte más fácil decir que hacer, y la verdad es que no podemos lograrlo por nuestra cuenta; por eso necesitamos que Dios tome el control de nuestra vida. Solo de esa manera tendremos amor y compasión por la gente.

Trata a otros como quieras que te traten

Jesús dijo que no podemos juzgar a otros porque no somos Dios, y que si lo hacemos, Dios también nos juzgará a nosotros (Mateo 7:1-6; Lucas 6:37-42). De allí es donde viene la regla de oro que consiste en tratar a los demás como queremos que nos traten.

Cuando estés a punto de hacer un juicio sobre alguien, recuerda que la compasión que tienes por otros es la misma que los demás tendrán por ti. Tal vez hoy no estés pasando por un momento similar, o creas que en su lugar, tú jamás harías lo mismo que esa persona; pero recuerda que nadie es perfecto y que todos merecemos compasión.

No pongas expectativas que no cumplirías

Muchas veces juzgamos a otros porque no cumplen las altas expectativas que les ponemos. Queremos que los demás sean perfectos y no cometan errores, pero al mismo tiempo, somos indulgentes con nosotros mismos y ponemos excusas cuando fallamos.

Ahora bien, que nosotros hagamos lo correcto no nos convierte en moralmente superiores o con derecho para juzgar a otros. La Biblia dice que el único que tiene la autoridad y poder de juzgar es Dios, así que no podemos ocupar ese lugar.

Por último, debemos recordar que ser cristianos no nos hace perfectos. Ser seguidor de Jesús implica demostrar el amor, la compasión y todo lo que recibimos de Su parte, y compartirlo con quienes nos rodean. Después de todo, hasta Jesús que tenía la oportunidad y autoridad para juzgar a otros, eligió el perdón y la redención.

Enderezándose Jesús, y no viendo a nadie sino a la mujer, le dijo: Mujer, ¿dónde están los que te acusaban? ¿Ninguno te condenó?
Ella dijo: Ninguno, Señor.
Entonces Jesús le dijo: Ni yo te condeno; vete, y no peques más.

Juan 8:10-12 (RVR1960)

El siguiente crédito, por obligación, se requiere para su uso por otras fuentes: Artículo producido para radio cristiana CVCLAVOZ.

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. El presente se escribió en su totalidad por un ser humano, sin uso de ChatGPT o alguna otra herramienta de inteligencia artificial.

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