“Porque si siendo enemigos, fuimos reconciliados con Dios por la muerte de su Hijo, mucho más, estando reconciliados, seremos salvos por su vida.” Romanos 5:10  (RVR1960)

¿Cuantas veces nos enojamos con nuestros hermanos, amigos o parientes cercanos? Seguro nos faltarían dedos en las manos para contabilizar las veces que nos enfadamos con ellos, quizá fuimos culpables o no, pero el hecho es que hubo algo que separó nuestra relación y que ahora no ha sido fácil volverla a restaurar.

La Biblia cuenta de una experiencia similar ¿Recuerdas a Jacob y Esau? Hermanos de sangre que por su egoísmo, ambición y malas decisiones se separaron a tal punto de que uno deseó  terminar con la vida del otro. Puede que no hayas llegado a pensar de la misma forma pero, quizá de tus labios haya salido la típica frase: “No quiero verlo ni en pintura” ¿Crees que es lo correcto?

En el transcurso de mi vida he tratado con todo tipo de personas, estoy segura que tú también lo hiciste, es posible que me des la razón si te digo que no es fácil coincidir con todos y menos agradarles con nuestra forma de pensar o actuar por lo diferentes que podemos ser uno del otro, así como Jacob y Esau aun siendo mellizos tenían diferencias, cuanto más nosotros lo somos con nuestros amigos y parientes. Y aunque ésa podría ser una de las razones por la que surgen pleitos, no podemos negar que cada uno de nosotros utilizamos ciertos escudos para cubrir y mantener nuestra postura y uno de los peores es el orgullo.

¿De dónde viene el orgullo?

El orgullo viene desde que satanás pecó y su corazón se enalteció; fue este mal que Dios no aceptó  y lo expulsó del paraíso para su destrucción.

Desde ese entonces, nuestra lucha diaria es con el orgullo y que lamentablemente nos lleva a no querer reconocer nuestros errores en medio de los conflictos.

Quizá en estos días has pasado por ciertos problemas con personas cercanas a ti,  de las cuales te cuesta entender su proceder y hasta te ha sido difícil perdonar.

Sin importar el problema, déjame preguntarte, ¿realmente valió la pena terminar con tu amistad? ¿en verdad fue productivo el guardar distancia con tu hermano de sangre?

La Biblia dice en Efesios 4:26 “Airaos, pero no pequéis; no se ponga el sol sobre vuestro enojo”

Lo que quiere decir es que no permitamos que un día se termine sin haber arreglado nuestras diferencias con los demás, no vayamos a dormir sin antes haber perdonado o pedir perdón.

Hoy quiero invitarte a dejar a un lado aquel orgullo que no te permite reconocer tus faltas y al mismo tiempo disponer tu corazón para que Dios pueda obrar en tu vida como lo ha querido hacer desde hace mucho tiempo.

No permitas que el orgullo te prohíba disfrutar de las buenas relaciones que podrías conseguir con los tuyos y principalmente con Dios.

Por Ruth Mamani

 

 

El siguiente crédito, por obligación, es requerido para su uso por otras fuentes: Este artículo fue producido por Radio Cristiana CVCLAVOZ.

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