Hace unos años escribí acerca de un graffiti escrito en una calle cerca de mi casa. Llevo doce años en esta ciudad y todavía sigue allí, cosa a veces rara con estos rayados. Dice: “Por los sueños que se hundieron allá.” Me intrigaba, y aún me intriga, el significado de esas palabras. Supuse que podía haberlo escrito un sobreviviente de la guerra de las Malvinas. Tendría mucho sentido semejante declaración.
Días atrás lo volví a ver y apareció otro mensaje con letras de color verde cuya fotografía ilustra esta nota. Dice: “Info Aborto” y agrega un número de teléfono. Estuve algunos minutos frente al muro en cuestión y pensé que habría que escribir algo al respecto. La vida tiene sus cosas y a veces es necesario observarlas con detenimiento.
Las nuevas palabras en el muro resumen toda una época en la historia reciente del mundo. El fin de los sueños evoca el final de un tiempo. Lo que antes era y que de pronto dejó de ser al menos producía en la gente un desaliento, una tristeza profunda. La vida de repente ya no era lo que parecía. Antes, la esperanza alentaba la existencia. Paz, libertad, trabajo, familia, progreso. Viajar, escribir un libro, tener hijos, plantar un huerto.
Repentinamente, la hecatombe. La caída de las grandes ideas, el tumulto de una revuelta, el desorden estructural, la muerte de las utopías. Nada de lo que era, o muy poco, seguirá siendo.
La vida, ese tremendo lugar común, fue desbordada por la supervivencia de los más fuertes y la derrota de los incapaces y los débiles. La vida una vez más derrotada en el campo de batalla del ser y del no ser. El triunfo de un voluntarismo avasallador y la libertad sin límite alguno, el fin de toda resistencia. La realidad, no el sueño, de un ser humano autónomo emerge; sólo el ser y su circunstancia.
La historia de nuestro tiempo en los graffitis. La realidad ya no es real. Las palabras y las imágenes arrastran nuestra humanidad a una serie interminable de unos y ceros, a una interfaz de pantalla plana. A un patético algoritmo manejado por misteriosas máquinas.
¿Qué vida…? ¿Qué sueños…?
Al hombre, en tanto que hombre, nos apresuramos decirle: “Buena suerte.”
Más allá de la libertad y la dignidad, B.F. Skinner