El confinamiento obligatorio por causa de la pandemia tiene que responder dos grandes interrogantes: ¿Detiene efectivamente el incremento de los contagios? ¿Cómo resuelve el drama de la economía? Pero planteamos aquí otra: la cuarentena, recurso de control social.
En el último trimestre de 2019 el mundo se vio sacudido por graves estallidos sociales. Entonces, la gente salió a la calle a reclamar por un solo gran motivo: el fracaso del sistema político y económico para garantizar un mínimo aceptable de estabilidad social. El confinamiento obligatorio ahogó la protesta en la absoluta mayoría de los casos.
Los sinuosos caminos de la cuarentena
Cuarentena total, confinamiento dinámico, regreso sectorial, pleno o progresivo a la normalidad, estadísticas confusas. No ha habido un criterio político claro para administrar la cuarentena. Los gobiernos han ido de un extremo a otro: o le atribuyen una virulencia alarmante o la consideran nada más que una gripecita. Algunos presidentes salen a dar abrazos sin tapabocas y otros han decidido mantener reuniones virtuales con su gabinete.
Algunos países ni siquiera implantaron cuarentenas: confiaron en la educación y el criterio de sus ciudadanos. En otros países han sacado a los militares porque la gente no se somete al virtual estado de sitio que significa la cuarentena estricta. En otros países el asunto ha sido un descalabro total.
La cuarentena: recurso de control social
Algunos gobiernos, al parecer, han descubierto que la cuarentena permite un control social casi imposible en tiempos normales. Aplicaciones que permiten seguir los movimientos de las personas para controlar los contagios y reconocimiento facial. Se prohibieron reuniones de todo tipo lo que diluye la posibilidad de la protesta social. Hay obligación de identificarse completamente en oficinas públicas y lugares como cafés, laboratorios y tiendas.
Entonces, a estas alturas, son muchas las voces que sindican a la cuarentena como recurso político de control social. La sociedad es bombardeada con inquietantes estadísticas de contagios, muertes y recuperaciones; pero mientras tanto, se gestan decretos y leyes que serían mucho más difíciles de implementar en tiempos normales.
Viene a cuento el viejo refrán “A río revuelto, ganancia de pescadores”. En este caso, los “pescadores” son gobernantes, legisladores y jueces que disponen de la cuarentena, recurso de control social para adelantar sus sospechosas agendas.
El siguiente crédito, por obligación, se requiere para su uso por otras fuentes: Artículo producido para radio cristiana CVCLAVOZ.