Inicia un nuevo año y por lo general, es una etapa en donde las personas suelen tomarse un tiempo para realizar algún balance.
En este segmento, nuestra psicóloga, Debora Pedace de @cti.psicologia, habla de la identidad y de cómo podemos responder a la pregunta: ¿quién soy?; cómo nos sentimos con lo que vemos de nosotros mismos; y cómo quisiéramos mejorar en ciertos aspectos con los que aún no estemos del todo conformes.
¿Qué es la identidad?
La identidad es el conjunto de pensamientos, valores, recuerdos y elementos contextuales que constituyen la personalidad, el carácter, el modo de vida y la forma de actuar de una persona. Es un concepto complejo porque si bien es algo que define a una persona, se va construyendo y puede ir modificándose en el transcurso de la vida. Está estrechamente relacionado con el proceso de adaptación al medio y a la cultura en la que la persona se desarrolla.
Si bien la identidad se va forjando a lo largo de la vida, hay un periodo crítico en que tiene especial relevancia: la adolescencia. Es en esta etapa donde pueden surgir las grandes preguntas o dudas existenciales y en donde los que lo atraviesan buscan conectarse con otros en busca de formar esa identidad.
Como siempre lo hemos dicho, el gran logro de la salud mental tiene que ver con el autoconocimiento, cuánto más podemos saber de nosotros mismos, partiendo de establecer una identidad basada en hechos, vivencias o relaciones, nos hará más fuertes para enfrentar los desafíos o circunstancias que la vida nos presente.
Lo que tengas o hagas no te define
La clave es ir paso a paso, descubriendo quiénes somos a partir de adueñarnos de las experiencias personales; abrazando lo vivido y resignificando los recuerdos dolorosos.
Responder a la pregunta: ¿quién soy?, implica, entre otras cosas, enfrentarnos a la tensión entre lo que creemos ser y lo que queremos ser.
Recuerda que tu eres lo que Dios dice de ti y no lo que las situaciones te obligan a vivir, tu eres un ser amado, honrado y poromocionado por Dios para cumplir su objetivo aquí en la tierra.
Es prácticamente imposible valorarse a uno mismo sin compararse con una versión del yo ideal, con todo aquello que nos gustaría ser. Trabajar tanto en la autoestima como en nuestro potencial y capacidades hará que nos enfrentemos a esa pregunta sin miedo.
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