Comprometerse con Dios no es simplemente seguir una serie de reglas religiosas: es una decisión que transforma toda nuestra existencia. Vivir una vida comprometida con Dios va más allá de una práctica religiosa pues abarca todos los aspectos de nuestra existencia. Hay muchos beneficios que surgen de la decisión de vivir una vida comprometida con Dios y a continuación te compartiré algunos:
1. Paz interior inexplicable
Uno de los primeros y más notables beneficios de una vida comprometida con Dios es la paz interior. Filipenses 4:7 (NTV) nos asegura que:
Así experimentarán la paz de Dios, que supera todo lo que podemos entender. La paz de Dios cuidará su corazón y su mente mientras vivan en Cristo Jesús.
Esta paz no depende de las circunstancias externas, sino que proviene de la certeza de estar en una relación reconciliada o, como diría Pablo, una relación correcta con Dios.
2. Propósito y significado
Vivir comprometidos con Dios nos ofrece un sentido profundo de propósito y significado. En Jeremías 29:11 (NTV) Dios nos revela:
Pues yo sé los planes que tengo para ustedes —dice el Señor—. Son planes para lo bueno y no para lo malo, para darles un futuro y una esperanza.
Conectarnos con el propósito de Dios nos infunde una motivación que trasciende las metas terrenales.
3. Fortaleza en la adversidad
La vida no está exenta de desafíos; pero una vida comprometida con Dios nos provee de una fuente sobrenatural de fortaleza. Isaías 41:10 (NTV) nos anima:
No tengas miedo, porque yo estoy contigo; no te desalientes, porque yo soy tu Dios. Te daré fuerzas y te ayudaré; te sostendré con mi mano derecha victoriosa.
La presencia de Dios es nuestra roca inquebrantable en medio de las tormentas.
4. Relaciones transformadas
El compromiso con Dios impacta nuestras relaciones de maneras poderosas. El amor, la paciencia y la compasión fluyen naturalmente cuando experimentamos el amor divino. Efesios 4:32 (NTV) nos insta:
Por el contrario, sean amables unos con otros, sean de buen corazón, y perdónense unos a otros, tal como Dios los ha perdonado a ustedes por medio de Cristo.
La vida comprometida con Dios transforma nuestras interacciones diarias.
5. Alegría duradera
La alegría del Señor es nuestra fortaleza (Nehemías 8:10). Vivir comprometidos con Dios nos brinda una alegría profunda y duradera independientemente de las circunstancias externas. Esta alegría no está basada en eventos temporales sino en la verdad eterna de nuestra relación con el Creador.
6. Discernimiento espiritual
Una vida comprometida con Dios nos otorga discernimiento espiritual. La capacidad de entender y aplicar las verdades espirituales a nuestra vida diaria proviene de una conexión íntima con Dios. 1 Corintios 2:14-15 (NTV) declara:
Pero los que no son espirituales no pueden recibir esas verdades de parte del Espíritu de Dios. Todo les suena ridículo y no pueden entenderlo, porque solo los que son espirituales pueden entender lo que el Espíritu quiere decir. Los que son espirituales pueden evaluar todas las cosas, pero ellos mismos no pueden ser evaluados por otros.
7. Liberación de cargas
Comprometerse con Dios nos invita a depositar nuestras preocupaciones y cargas en Él. Mateo 11:28-30 nos ofrece estas palabras reconfortantes de Jesús:
Luego dijo Jesús: «Vengan a mí todos los que están cansados y llevan cargas pesadas, y yo les daré descanso. Pónganse mi yugo. Déjenme enseñarles, porque yo soy humilde y tierno de corazón, y encontrarán descanso para el alma. Pues mi yugo es fácil de llevar y la carga que les doy es liviana».
La rendición a Dios aligera nuestras cargas y nos brinda descanso en Él.
8. Desarrollo del fruto del Espíritu
Una vida comprometida con Dios produce el fruto del Espíritu como se describe en Gálatas 5:22-23 (NTV):
En cambio, la clase de fruto que el Espíritu Santo produce en nuestra vida es: amor, alegría, paz, paciencia, gentileza, bondad, fidelidad, humildad y control propio. ¡No existen leyes contra esas cosas!
Estos atributos divinos se manifiestan en nuestra vida a medida que crecemos en nuestra relación con Dios.
¿Cómo vivir una vida comprometida con Dios?
Ahora bien, ¿cómo?, ¿cómo podemos vivir una vida comprometida con Dios? Algunas consideraciones que he encontrado muy poderosas para lograrlo son:
—Establecer una relación personal con Jesús
La base de una vida comprometida con Dios es tener una relación personal con Jesucristo. Esto implica reconocer nuestra necesidad de salvación y aceptar a Jesús como nuestro Salvador y Señor.
—Oración y comunión diaria
La oración es la clave de una relación viva con Dios. Dedica tiempo cada día para hablar con Él, compartir tus alegrías y preocupaciones y escuchar Su voz a través de la meditación en Su Palabra.
—Estudio bíblico regular
La Palabra de Dios es la guía infalible para nuestras vidas. Estudia la Biblia regularmente para conocer más a Dios, comprender Sus caminos y aplicar Sus principios a tu vida diaria.
—Participar en comunidades de fe
Unirte a una comunidad de creyentes, una iglesia local, fortalecerá tu compromiso con Dios. La comunión con otros cristianos proporciona apoyo, aliento y oportunidades para crecer juntos en la fe.
—Practicar la gratitud y la alabanza
Cultiva una actitud de gratitud y alabanza en todas las circunstancias. Agradecer a Dios y adorarle en todo momento fortalece tu conexión con Él y te ayuda a mantener una perspectiva centrada en Dios.
—Vivir en obediencia a sus mandamientos
La obediencia a los mandamientos de Dios es una expresión de nuestro compromiso con Él. Jesús dijo en Juan 14:15 (NTV): «Si me aman, obedezcan mis mandamientos.»
Vivir una vida comprometida con Dios es un viaje que transforma cada aspecto de nuestra existencia. Los beneficios de esta decisión son innumerables y van más allá de los placeres temporales de este mundo. En lugar de una vida centrada en uno mismo, el compromiso con Dios nos invita a una vida centrada en Él, llena de paz, propósito, fortaleza y alegría.
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