Hace unos días pensé en este significativo asunto: leer y pensar ya no va a ser necesario. Intentaré explicar algunas de las razones por las que llego a esta sombría conclusión; sombría al menos para mí. Para la gran mayoría es probable que no.
La tendencia mundial es irrefutable. Cada vez se lee menos y un altísimo porcentaje de personas no entiende lo que lee y mucho menos puede expresar en forma clara una idea, sea en forma verbal o escrita. Ni qué decir de los problemas de ortografía y sintaxis. Esta realidad es mucho más aguda en la gente joven.
Leer y comprender lo que se lee es una destreza íntimamente ligada al pensamiento y, particularmente, al pensamiento crítico. Mientras menor sea este índice, mayor es la probabilidad de que el mundo que viene y que ya está aquí no requiera leer y pensar.
Por eso leer y pensar ya no va a ser necesario
La deducción es bastante lógica. Las personas que van a manejar la política, la economía y los negocios, la educación, los medios de comunicación, los movimientos sociales y la cultura serán hijos e hijas de la realidad que estamos describiendo.
Pensemos en esa generación un poco: Está acostumbrada a manejarse con la lógica del video clip y el mensaje abreviado. Se maneja con aplicaciones que resuelven prácticamente cualquier asunto que requiera pensar y solucionar.
Sigue las tendencias que marcan misteriosos y ubicuos algoritmos. La inteligencia artificial les irá resolviendo paulatinamente cualquier problema que deba enfrentar. Una mirada ligera a semejante universo de puede encontrar en la serie de televisión “Black Mirror”.
Es que es natural. Hoy, leer, pensar, analizar son actividades innecesarias. Todo está respondido instantáneamente en la red. Desde los temas más abstractos en los que sea necesario ocuparse hasta algo tan simple como ordenar comida que llegue a la puerta de tu casa, tienes la cosa disponible al alcance de los dedos y unos cuantos clicks.
Entonces, ¿para qué sería necesario leer o pensar?
Un solo ejemplo: en el campo político, las encuestas online definen las apetencias del público. El candidato no tiene más que proponerse la satisfacción de semejantes deseos. No necesita proyectos de país, construcción de plataformas integrales o discursos inspiradores.
Sólo necesita tomar el pulso de la red, interpretarlo con la asesoría digital de los benditos algoritmos (¡ni siquiera necesita pensarlo ¡). Le basta presionar con mensajes emocionales en las redes sociales, pagar a ciertos oscuros muchachos el estratégico desplazamiento de trolls y fake news. Hechos más, hechos menos, ya tiene armada la rosca política.
Imaginen esta dinámica aplicada a la educación, a los negocios, a los medios, a la cultura en general. Ese es el mundo hoy y lo será mucho más en los próximos meses. Por eso, me queda claro que leer y pensar ya no va a ser necesario.
No para mí. Aunque termine siendo un viejo ridículo y desubicado, seguiré leyendo, pensando y entendiendo, con alguna profundidad, lo que pasa y por qué pasa…
Tal vez una palabra final. Vergüenza deberían tener los editorialistas, productores y presentadores de los medios de comunicación por contribuir escandalosamente a este orden de cosas.
El siguiente crédito, por obligación, se requiere para su uso por otras fuentes: Artículo producido para radio cristiana CVCLAVOZ.