El llamado de Jesús a seguirle es una de las invitaciones más trascendentales que cualquier persona puede recibir. Ser un discípulo de Cristo es mucho más que ser un simple seguidor o creyente. Y probablamente todos al escuchar sobre Jesús nos llegamos a preguntar: ¿qué significa ser un discípulo?
Implica una entrega total, un deseo de aprender y crecer en la fe, y una vida dedicada a imitar el carácter y las enseñanzas de Jesús.
Quisiera intentar explorar qué significa realmente ser un discípulo de Jesús y cómo podemos vivir de manera coherente con este llamado.
1. El significado de discípulo
La palabra discípulo proviene del latín discipulus que significa “alumno” o “aprendiz”. En el contexto bíblico, un discípulo es alguien que sigue a Jesús y aprende de Él, no sólo en conocimiento, sino también en acción y vida.
Ser discípulo significa ser un estudiante comprometido con aprender de Jesús y aplicar Sus enseñanzas a nuestra vida diaria.
En los tiempos de Jesús, un discípulo no era simplemente alguien que recibía instrucción ocasional de un maestro, sino que compartía la vida cotidiana con él, observando cada aspecto de cómo vivía, enseñaba y trataba a los demás.
En Juan 8:31-32 (NTV), Jesús dijo:
«Ustedes son verdaderamente mis discípulos si se mantienen fieles a mis enseñanzas. Y conocerán la verdad, y la verdad los hará libres.»
Aquí, Jesús aclara que el discipulado no es sólo una cuestión de conocimiento, sino de fidelidad a sus enseñanzas.
Un verdadero discípulo no sólo escucha a Jesús, sino que lo sigue activamente, permitiendo que su vida sea transformada por el poder de Sus enseñanzas. Esto implica un compromiso continuo y una entrega profunda a la voluntad de Dios.
2. Seguir a Jesús implica sacrificio
Uno de los aspectos más desafiantes de ser un discípulo es el llamado al sacrificio. Jesús no prometió una vida fácil a sus discípulos, sino una vida marcada por el compromiso y la entrega.
En Lucas 9:23 (NTV), Jesús dijo:
«Si alguno de ustedes quiere ser mi seguidor, tiene que abandonar su propia manera de vivir, tomar su cruz cada día y seguirme.»
Este llamado al sacrificio implica dejar de lado nuestros propios deseos, ambiciones y comodidades para seguir el camino que Jesús nos traza. No significa necesariamente sufrir constantemente, pero sí implica una disposición a poner a Jesús en primer lugar, incluso cuando hacerlo va en contra de lo que el mundo considera valioso o importante.
En nuestra cultura moderna, esto puede significar tomar decisiones difíciles en nuestras carreras, relaciones y estilos de vida.
Ser un discípulo de Jesús puede requerir que pongamos a un lado nuestra búsqueda de éxito, riqueza o reconocimiento, y en su lugar sigamos el camino de humildad, servicio y obediencia a Dios.
3. Aprender de Jesús
Como discípulos, somos llamados a aprender constantemente de Jesús. Esto no sólo implica estudiar la Biblia, sino también observar cómo Jesús vivió y cómo trató a las personas.
Jesús fue un maestro perfecto, no sólo porque conocía y es la verdad sino porque vivía de acuerdo con ella. En Mateo 11:29 (NTV), Jesús nos invita:
«Pónganse mi yugo. Déjenme enseñarles, porque yo soy humilde y tierno de corazón, y encontrarán descanso para el alma.»
El aprendizaje de un discípulo de Jesús no se limita a una experiencia intelectual. Jesús nos enseña a través de Su ejemplo, mostrándonos cómo amar a los demás, cómo ser compasivos, cómo perdonar y cómo servir desinteresadamente.
Cada interacción que tuvo Jesús con las personas fue una lección sobre cómo debemos vivir como discípulos. Desde sanar a los enfermos hasta perdonar a los que lo crucificaron, Jesús mostró con su vida cómo debemos tratar a los demás y cómo debemos vivir para Dios.
4. La importancia de la obediencia
Uno de los rasgos más importantes de un discípulo de Jesús es la obediencia. Un discípulo no sólo escucha las enseñanzas de su maestro, sino que las pone en práctica.
Santiago 1:22 (NTV) nos advierte:
«No solo escuchen la palabra de Dios; tienen que ponerla en práctica. De lo contrario, solamente se engañan a sí mismos.»
La obediencia a Jesús es esencial porque demuestra que realmente confiamos en Él y creemos que sus caminos son mejores que los nuestros. Ser un discípulo implica una disposición a seguir a Jesús, incluso cuando es difícil o cuando no entendemos completamente lo que Él está haciendo en nuestras vidas.
Un ejemplo claro de obediencia en el discipulado es la historia de Pedro. Cuando Jesús lo llamó a dejar sus redes de pesca y seguirle, Pedro no sabía lo que el futuro le depararía, pero obedeció.
En Lucas 5:11 (NTV), leemos: «Y, en cuanto llegaron a tierra firme, dejaron todo y siguieron a Jesús.» Esa disposición a obedecer es una señal clave de un verdadero discípulo.
5. Hacer discípulos
El llamado de ser discípulo no es sólo para recibir, sino también para dar. Como discípulos de Jesús tenemos la responsabilidad de hacer más discípulos.
En Mateo 28:19-20 (NTV), Jesús nos da la Gran Comisión:
«Por lo tanto, vayan y hagan discípulos de todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Enseñen a los nuevos discípulos a obedecer todos los mandatos que les he dado.»
Ser discípulo significa compartir la fe, enseñar a otros sobre Jesús y guiar a más personas a una relación transformadora con Él. No se trata sólo de palabras, sino de vivir de una manera que inspire a otros a seguir a Jesús.
6. El poder de la comunidad
El discipulado no es algo que se hace en aislamiento. Jesús mismo reunió a un grupo de discípulos y vivió con ellos, enseñándoles no sólo a través de sus palabras, sino a través de su vida compartida.
Como discípulos somos llamados a vivir en comunidad con otros creyentes, aprendiendo y creciendo juntos.
Hebreos 10:24-25 (NTV) nos anima:
«Pensemos en maneras de motivarnos unos a otros a realizar actos de amor y buenas acciones. Y no dejemos de congregarnos, como algunos tienen por costumbre, sino animémonos unos a otros, sobre todo ahora que el día de su regreso se acerca.»
La comunidad de fe nos ayuda a mantenernos enfocados en nuestro llamado como discípulos y nos brinda apoyo en los momentos de dificultad. En la comunidad, podemos aprender unos de otros, corregirnos en amor y animarnos mutuamente a seguir el camino de Jesús.
¿Puedo ser un discípulo de Jesús?
Absolutamente, sí. Ser un discípulo de Jesús es un llamado profundo y desafiante, pero también es la mayor bendición que podemos experimentar.
Implica sacrificio, obediencia y un deseo constante de aprender y crecer en nuestra relación con Cristo. Si bien el camino puede ser difícil, la recompensa es una vida transformada y un impacto eterno en el mundo que nos rodea.
Si estás interesado en profundizar más en el tema del discipulado y cómo puedes vivir como un verdadero seguidor de Jesús, te invito a ver nuestra serie completa sobre este tema, aquí.
Que Dios te guíe y te fortalezca en tu caminar como discípulo de Jesús.