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Tiempo de lectura: 2 minutos

La música es parte de la humanidad desde tiempos antiguos; por lo tanto, no es de sorprenderse que ejerza una fuerte influencia sobre nosotros. En los últimos años se ha comenzado a profundizar en los estudios sobre cómo la música afecta a las personas en distintos ámbitos. Estas investigaciones han demostrado que se la puede emplear como un tratamiento ante diversos problemas; a este procedimiento se le conoce como musicoterapia. Según la Asociación Americana de Musicoterapia, es «una profesión de salud establecida en la que la música se utiliza dentro de una relación terapéutica para abordar las necesidades físicas, emocionales, cognitivas y sociales de las personas».

En la actualidad, la música sirve para tratar a militares que sufren de estrés post-traumático, personas con autismo, alzheimer, entre otros. Por otra parte, aún así no sea utilizada como terapia, se ha comprobado que la música ayuda a mejorar el autoestima, las habilidades sociales e incluso a disminuir los niveles de ansiedad y depresión. Un estudio publicado en Science Direct encontró evidencia significativa de que la música ayuda a adultos que sufren de demencia. Aunque todas estas investigaciones demuestran que la música puede ser de ayuda para el oyente, hay otras que demuestran que es un arma que también puede usarse para el mal.

La mayoría de personas, especialmente los jóvenes, pasan horas escuchando música; sin embargo, no todo lo que oyen tiene un contenido lírico que contribuye a su bienestar emocional. Las canciones más populares le dan énfasis a los comportamientos sexuales, el suicidio, la depresión, violencia y abuso de sustancias, y cuando alguien escucha ese tipo de mensaje repetidamente puede modificar su comportamiento y emociones; esto fue confirmado por un análisis publicado en la revista de la American Academy of Pedriatrics. Asimismo, los estudiosos de la Facultad de Medicina de la Universidad de Pittsburgh afirmaron que «la música es conocida por conectar profundamente con los adolescentes e influenciar su desarrollo de identidad, quizá más que cualquier otro medio de entretenimiento». Por lo tanto, es de suma importancia que cada persona sea responsable con aquello que escucha, no sólo porque le afecta a sí mismo, sino también a los demás.

«Algunos de ustedes dicen: «Yo soy libre de hacer lo que quiera.» ¡Claro que sí! Pero no todo lo que uno quiere, conviene; ni todo fortalece la vida cristiana.»
1 Corintios 10:23 (TLA)

 
 
 
Este artículo fue producido para Radio Cristiana CVCLAVOZ.

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