Bienaventurado el hombre que siempre teme a Dios; Mas el que endurece su corazón caerá en el mal.
Proverbios 28:14 (RVR 1960).
Generalmente, uno acude al médico cuando empieza a sentir algún malestar en el cuerpo con la finalidad de encontrar una solución. Pero algunas personas hacen caso omiso a esos dolores pudiendo llevarlos a que se agrave su condición y la solución se presente como más compleja.
De la misma manera puede suceder en nuestra vida espiritual; cuando no reconocemos las faltas cometidas y toleramos pecados que al principio parecían inofensivos. De tal forma, cauterizamos nuestra conciencia de manera tal que ya no sentimos ningún pesar por el pecado cometido o bien lo racionalizamos o justificamos. Sin embargo debemos reconocer que este proceder trae consecuencias muy dolorosas, por ello en la Palabra nos dice: “Pero por tu dureza y por tu corazón no arrepentido, atesoras para ti mismo ira para el día de la ira y de la revelación del justo juicio de Dios,” Romanos 2:5 (RVR 1960). Si notas que no te entristece el pecado cometido, es muy probable que tu corazón se esté endureciendo, arrepiéntete y rechaza el pecado así como Dios lo aborrece y serás bienaventurado.
El siguiente crédito, por obligación, se requiere para su uso por otras fuentes: Artículo producido para radio cristiana CVCLAVOZ.