Cuenta una historia,  que un esclavo en las Indias Occidentales  fue puesto por su amo en una posición de alguna importancia,  en la administración de su ingenio, a causa de su integridad y buena conducta.

En cierta ocasión, deseando comprar veinte esclavos más,  empleó a su esclavo  para que los eligiese. El hombre fue al mercado de esclavos y empezó a escoger. De repente fijó sus ojos en un anciano decrépito, y dijo a su amo que este hombre mayor debía ser uno de los elegidos. El amo quedó muy sorprendido y  protestó contra ello.

El esclavo siguió rogando que fuese indulgente; cuando el traficante notó su afán dijo que si le compraban veinte, les regalaría el anciano con los demás.

La compra fue hecha y los esclavos fueron conducidos al ingenio de su amo; pero ninguno de los escogidos  tuvo tanto  cuidado y atención del criado como el  anciano africano.

Sorprendido el amo por las atenciones que prodigaba sobre el esclavo privilegiado, le preguntó la causa:

– Tú no tomarías tanto interés en este anciano si no fuera algún pariente. ¿Es tu padre?

– No, mi amo, – repuso el criado- Él no es mi padre.

– ¿Entonces es tu hermano o algún pariente?

– No mi amo, nada de eso.

– Entonces – dijo el amo – ¿Por qué lo cuidas tanto?

– Es mi enemigo.  Él me vendió en el mercado de  esclavos y mi Biblia me dice que debo perdonar a mis enemigos, y que cuando tuvieren hambre les dé de comer, y cuando tuvieren sed les dé de beber.

No es  nada fácil amar a quienes nos lastiman, hacerles el bien no está en nuestros pensamientos, es más, en ocasiones si podemos evitar a esa persona que nos causó dolor, lo haremos. Sin embargo, si queremos vivir de acuerdo a los mandamientos de Dios y agradarlo con nuestra vida, tenemos que seguir sus mandamientos.

“A los que están dispuestos a escuchar, les digo: ¡amen a sus enemigos! Hagan bien a quienes los odian. Bendigan a quienes los maldicen. Oren por aquellos que los lastiman. Si alguien te da una bofetada en una mejilla, ofrécele también la otra mejilla. Si alguien te exige el abrigo, ofrécele también la camisa. Dale a cualquiera que te pida; y cuando te quiten las cosas, no trates de recuperarlas. Traten a los demás como les gustaría que ellos los trataran a ustedes. Si solo aman a quienes los aman a ustedes, ¿qué mérito tienen? ¡Hasta los pecadores aman a quienes los aman a ellos! Y si solo hacen bien a los que son buenos con ustedes, ¿qué mérito tienen? ¡Hasta los pecadores hacen eso! Y si prestan dinero solamente a quienes pueden devolverlo, ¿qué mérito tienen? Hasta los pecadores prestan a otros pecadores a cambio de un reembolso completo. ¡Amen a sus enemigos! Háganles bien…” Lucas 6:27 – 35 (NTV)

No siempre los mandamientos de Dios son de nuestro agrado, humanamente hablando, nos cuesta cumplirlos, nos confrontan, nos llevan a dejar de lado nuestro orgullo, nos exigen un esfuerzo mayor; pero todo lo que nuestro Padre nos ordena, tiene una razón de ser y siempre traen bendiciones para nuestras vidas.

No permitas que la falta de perdón, el rencor y la amargura te hagan su prisionero y te roben el gozo y la paz que Dios tiene para ti.

 

El siguiente crédito, por obligación, es requerido para su uso por otras fuentes: Este artículo fue producido por Radio Cristiana CVCLAVOZ.

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