Todos podemos sufrir una gran transformación cambiando de corte de cabello, usando maquillaje o la ropa adecuada y seguramente nos sentiremos de maravilla porque los cambios externos nos impactan, pero hay que recordar que son pasajeros.
Uno de los asistentes a la convención de la Midwestern Barber’s Association en Chicago tuvo la siguiente sugerencia:
– Vayamos a los barrios bajos, busquemos allí un borracho perdido que necesite un corte de pelo y de barba, traigámoslo aquí y hagamos una demostración ante nuestro grupo del cambio que podemos lograr en el borracho.
Así lo hicieron y encontraron un borracho en una esquina y le hicieron todo lo mencionado antes. Los barberos hicieron una colecta y le compraron un traje nuevo, corbata y zapatos. ¡Tenía un aspecto magnífico!
El director de un hotel, impresionado muy favorablemente por el cambio que habían logrado los barberos en el individuo, le ofreció un empleo.
– Me presentaré a las ocho de la mañana para empezar a trabajar – prometió el hombre.
Sin embargo, no se presentó. Lo encontraron más tarde, totalmente borracho en una esquina. La mayor necesidad del hombre es de una limpieza interior.
Lo externo siempre es llamativo a nuestros ojos y muchas veces nos dejamos guiar por eso y dejamos de lado nuestro cuidado interior, olvidando que es necesario que dediquemos tiempo a nuestro crecimiento espiritual.
Los cambios reales se dan de adentro hacia afuera, esos son los que permanecen para siempre, en cambio los externos son temporales.
Pues han nacido de nuevo pero no a una vida que pronto se acabará. Su nueva vida durará para siempre porque proviene de la eterna y viviente palabra de Dios. Como dicen las Escrituras: «Los seres humanos son como la hierba, su belleza es como la flor del campo. La hierba se seca y la flor se marchita. Pero la palabra del Señor permanece para siempre»
1 Pedro 1:23-25 (NTV)
Los mejores cambios son aquellos que se producen a raíz de la dedicación a nuestro crecimiento espiritual, cuando buscamos conocer más a Dios, acercarnos a Él, meditamos en su palabra y procuramos parecernos cada día más a Él.
Y aunque parezca que nadie lo notará, esos cambios se reflejan en nuestro exterior y la gente los percibe.
Los cambios externos nos impactan y no está mal cuidar de nosotros mismos, lo malo es centrar nuestros esfuerzos en esos cambios, olvidando que son pasajeros y dejando de lado nuestro crecimiento espiritual.
Empieza a poner más cuidado y esfuerzo en aquellos cambios que transformarán completamente tu vida.
El siguiente crédito, por obligación, es requerido para su uso por otras fuentes: Artículo producido para radio cristiana CVCLAVOZ.
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