Después de haber derrotado a Jericó, la siguiente ciudad por conquistar era Hai, por lo que Josué estaba completamente seguro que tendrían la victoria; como la presencia de Dios iba con el pueblo de Israel, entonces no había porqué preocuparse.

En aquel tiempo, Josué envió espías a Hai para averiguar todo acerca de esa ciudad, pero al volver ellos dijeron que la ciudad no era grande, por lo tanto, no era necesario enviar a todo el ejército, bastaba sólo con dos o tres mil hombres. Confiados en su victoria y subestimando a la pequeña ciudad de Hai, tres mil hombres fueron a la guerra, quienes al poco tiempo sufrieron una completa derrota y los que quedaron salieron huyendo.

Es probable Josué estaba en shock sin poder entender la causa de su fracaso y en su desesperación rompió sus vestiduras y postrado en tierra lamentó lo sucedido. Seguramente se preguntaba ¿Qué pasó? ¿Dónde se hallaba el error?  Y quizás  un sin fin de pensamientos inundaron su mente.

Cuando todas las cosas las damos por sentadas, nuestra vida, nuestro matrimonio y aun nuestro ministerio no marcharán como lo imaginamos a un principio. Y tal vez nos preguntemos: ¿Por qué fui tan ingenuo? ¿Por qué le creí tanto a Dios? “Mira los resultados”. ¿Por qué creí que los dones del Espíritu Santo iban a funcionar en mi vida?

Y aunque Josué no fue un homicida, un adúltero, ni nada parecido, pasó por alto la gracia de Dios al confiar en sí mismo y en su ejército para su victoria; por lo que Dios tuvo que detener su respaldo al hallar falta en el campamento, se trataba de Acán. “…este hombre no obedeció el mandato que Dios había dado al pueblo. Dios les había ordenado destruir por completo la ciudad de Jericó, pero Acán se quedó con algunas de las cosas que debía haber destruido. Por eso Dios se enojó contra los israelitas.” Josué 7:1 (TLA) y permitió su derrota.

Israel había desobedecido al tomar lo prohibido y a causa de uno el pueblo pereció. Tal vez alguien diría el castigo era sólo para aquel que lo cometió, pero en este cuadro podemos ver que cuando un miembro de la familia o del ministerio está en pecado, afecta a todos. Por ello, es importante erradicar el pecado de nuestras vidas, porque Dios jamás permanecerá con quienes no destruyen aquellas cosas que están destinadas a ser destruidas.

Debemos estar conscientes que no habrá oportunidad de ganar ninguna batalla si existe pecado en nuestras vidas y aunque el porcentaje de este sea el mínimo, siempre nos llevará a la derrota.

Lamentablemente Acán y su familia murieron apedreados y quemados como consecuencia de su desobediencia.

Si en verdad quieres ir de victoria en victoria, pídele a Dios que examine tu corazón y que elimine a todo Acán que quiera tomar lugar en tu vida.

“Examíname, oh Dios, y conoce mi corazón; pruébame y conoce los pensamientos que me inquietan. Señálame cualquier cosa en mí que te ofenda y guíame por el camino de la vida eterna.” Salmos 139:23-24 (NTV)

Por Ruth Mamani.

 

 

El siguiente crédito, por obligación, es requerido para su uso por otras fuentes: Este artículo fue producido por Radio Cristiana CVCLAVOZ.

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