Un adolescente siempre llegaba tarde a sus clases, por lo que sus compañeros no podían evitar hablar mal de él; también, el profesor pensaba que era flojo y desobediente, por lo que envió una citación a su madre.
Inmediatamente ella llegó a la escuela, compartió con el profesor lo que enfrentaba su hijo; su esposo había abandonado el hogar, dejando a su esposa sola y con niños pequeños. Este joven siendo el hermano mayor asumió la responsabilidad de sostener su casa, estudiaba en el día y trabaja en la noche en una panadería.
Sin duda alguna, el maestro aprendió una lección; a veces juzgamos o condenamos antes de conocer la historia de otros; desde aquel momento fue más compresivo con el adolescente, y no permitía que los demás lo criticaran.
La mejor forma de hablar bien de ti, es no hablar mal de nadie
No juzguen a otros, y Dios no los juzgará a ustedes. No condenen a otros, y Dios no los condenará a ustedes. Perdonen, y Dios los perdonará.
Lucas 6: 37 (DHH)
Primeramente, cuando la Biblia menciona la palabra “juzgar”, hace referencia a cuando pensamos lo peor de los demás, cuando hablamos a otros de sus faltas, al comentar sin conocer la historia que enfrentan, cuando sólo observamos sus peores momentos y no su vida entera, o cuando juzgamos sin considerarnos a nosotros en las mismas circunstancias que ellos, ¿alguna vez juzgaste a alguien?
Con la vara que mides te volverán a medir
Según el comentario Bíblico Enduring Word, aprendemos que las enseñanzas de algunos rabinos en tiempos de Jesús indicaban que Dios tenía dos medidas que usaba para juzgar a las personas: Una de ellas era la medida de justicia y la otra de misericordia; y debías elegir aquella medida con la que desearías que el Señor utilice contigo.
Den a otros, y Dios les dará a ustedes. Les dará en su bolsa una medida buena, apretada, sacudida y repleta; de la misma manera, con la misma medida con que ustedes den a otros, Dios les devolverá a ustedes.
Lucas 6: 38 (DHH)
Dios nos medirá de acuerdo a la misma medida que usamos para otros; por tanto, no te apresures en hablar mal de alguien o criticar, sino, que la Palabra de Dios te motive a dar amor, perdón y bondad en abundancia; porque de la misma manera recibiremos del Señor. Si te equivocaste en juzgar, te animo a pedir perdón a tu padre del cielo y a que te decidas a cambiar.
El siguiente crédito, por obligación, es requerido para su uso por otras fuentes: Artículo producido para radio cristiana CVCLAVOZ.