Cuando entregamos nuestra vida a Cristo, cuando abrimos nuestro corazón a Jesús, todo es maravilloso. Tal cual, en un matrimonio, al principio todo es color de rosa. Pero a medida que pasa el tiempo el gozo comienza a desvanecerse. Y es que muchos piensan que se debe mantener como una constante en las relaciones. Y sí se debe mantener un gozo interno y una actitud de gozo constante, pero pasamos por diversos tiempos y el amor pasa a otras etapas.
Existe una confianza tal, que podemos pensar que ya no hace falta el decirnos a cada momento que nos amamos. Lamentablemente detalles tan pequeños como ese son los que comienzan a enfriar una relación. En nuestra relación con Dios sucede lo mismo. Una de las cosas que puede destruir nuestra vida cristiana es el legalismo, al querer sustituir con normas, rituales y reglas, la relación que debemos tener con Jesús.
Las personas seguimos queriendo aferrarnos a ‘formas’ de hacer las cosas. Buscamos fórmulas para lograr objetivos. Hay quienes quieren una fórmula para orar. Y no es necesario. Como en toda relación, debemos cuidar y mantener nuestra relación con Jesús ardiente dedicándole más de nuestro tiempo a estudiar la Biblia, a conectarnos con Él a lo largo de nuestro día, a confiarle nuestras preocupaciones, a escucharlo y obedecerle. No olvidemos nunca cuánto nos ama y cuánto nos da a diario, para no perder ese gozo y ese amor que necesitamos expresarle. Aunque Él lo sepa, digámoselo y dejémoselo saber.
Me hiciste conocer los caminos de la vida; me llenarás de gozo con tu presencia.
Hechos 2:28 RVR60
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