Quiero contarles la crónica de una meditación impertinente.
Hace un tiempo inauguré aquí una sección que tuvo cortísima vida que se llamó justamente “Meditaciones impertinentes”. La idea era mostrar aspectos ignorados o pasados por alto en la liturgia convencional de los devocionales. La brevedad de esa sección por estos rumbos se debió a que la audiencia consideró poco serio que desafiara el tono solemne de las meditaciones.
Les pongo un ejemplo: Hacer ver que el menosprecio de Mical al baile del rey David tenía raíces profundas en la mala conducta que éste tuvo con ella, fue demasiado para algunas sensibilidades: “¡Cómo ofende así al rey que danzó delante de Jehová!” La audiencia ignora la historia siempre y por eso se queda con el momento.
Para muestra, un par de botones
Hace un tiempo elaboré un detallado informe de la historia del levita y su concubina (Jueces 19, todo el capítulo). Demostré con diversos pasajes cuán abusivos fueron los personajes masculinos de esta historia y cuán inerme quedó ante ellos una mujer.
Pasado un tiempo, un señor importante escribió a la sección correspondiente con la siguiente argumentación: “No escribas basura…” Huelga decir que nunca se dirigió a mí para explicarme su punto de vista, cosa que es agradecida entre personas educadas. Verdaderos interesados en conocer el documento que causó tanto malestar podrán recibir una copia y juzgar.
En otra ocasión, a propósito de Mateo 7:22 y 23, hice ver que bajo ciertas condiciones que Jesús no explica ahí, consideró que profetizar en Su nombre, echar fuera demonios y hacer muchos milagros eran obras “de maldad”. Las personas que exhiben estas capacidades en su curriculum espiritual se sintieron notablemente agraviadas. Un señor —casi siempre son hombres los detractores— escribió con mayúsculas: “¡QUÉ…! ¡YA QUITÉ LA PÁGINA DE MIS FAVORITOS!”
Por eso he escrito la crónica de una meditación impertinente
Voy a concluir esta breve crónica con una impertinencia. Y es ésta: La mayoría de la gente cristiana no tiene problemas de ser incorrecta políticamente respecto de temas “valóricos” (aborto, preferencias sexuales, educación sexual). Se comportan fervientes en resistir a los grupos de poder sin problemas.
Pero si usted toca sus interpretaciones exactas y definitivas sobre ciertos asuntos teológicos y tradicionales, va a descubrir cuán políticamente correctos se ponen: “Eso no se toca”, le dicen, “eso es verdad esculpida en piedra.” Se asegurarán de que reciba la sanción correspondiente y se dará de que nuestro pueblo querido tiene infinitos recursos para hacerle sentir despedido de sus preferencias.
Por eso, les he expuesto aquí la crónica de una meditación impertinente y la razón de por qué desaparecieron tal velozmente de este blog.
El siguiente crédito, por obligación, se requiere para su uso por otras fuentes: Artículo producido para radio cristiana CVCLAVOZ.