Vivimos en el mundo loco, definitivamente. Se ha profundizado la angustia física y emocional de la mayoría de las personas. Aparte, están las crisis que atraviesan la economía, la política, la cultura en medio de una pandemia que no tiene precedentes en la historia.
La gente enfrenta de diversas maneras un tiempo como éste. Hoy quisiera hablar de una de esas maneras. La idea se encuentra en la siguiente cita:
Cerrame el ventanal, que arrastra el sol su lento caracol de sueños. No ves que vengo de un país que está de olvido siempre gris tras el alcohol.
Fragmento del tango “La Última Curda”. Letra de Cátulo Castillo y música de Aníbal Troilo
El hablante de esta canción ha elegido el aturdimiento y el olvido para escapar del dolor. Es curioso que en esta breve frase están los síntomas de la depresión: el encierro, la penumbra, el olvido y la mirada gris sobre todas las cosas. Noten la metáfora: el hombre dice que proviene de un país. Es decir, su dolor es su territorio. Ha renunciado a habitar en el mundo loco en que estamos.
Somos severos con las personas que sufren de depresión. Los acusamos de indolentes. Les decimos que están así porque no quieren salir de ahí cuando podrían. Les atribuimos un problema “espiritual”. Esta última es la más dañina de las sugestiones, porque cala en lo más profundo del ser: ¿quién, desde afuera, puede juzgar eso?
Vivir en la locura de todos o en una propia
Tengo la costumbre de leer el periódico del domingo durante toda la semana. Tiene una inmensa cantidad de material y muchas veces me sirve para sacar ideas para mis artículos y entrevistas. Al terminar la lectura, por ahí por el viernes o el sábado, concluyo que efectivamente estamos inmersos en el mundo loco.
No parece haber esperanza en la gestión humana para resolver el enigma económico, sanitario, político y cultural. Particularmente, la clase política sigue desplegando la más feroz de las indolencias frente al drama común. Se enredan en polémicas y peleas personales y de facción mientras la sociedad se sumerge en la desesperación.
Así que muchas personas prefieren su propia locura antes de vivir la locura general. La tendencia más común es sumergirse en algún tipo de adicción: trabajo, alcohol, drogas, sexo, usted nómbrelo.
El mundo loco y una manera de transitarlo
Tenemos la posibilidad de elegir la cordura para transitar el mundo loco. Sin embargo, no es sencillo. La cordura es una actitud, no un talento natural o un don proveniente del cielo. Es un oficio que hay que practicar a diario.
Quizá la mejor ayuda para no volverse loco en el mundo loco es la perspectiva. El momento no lo define todo. El día no es todos los días. Al final del día, todo pasa. Nuestro dolor no es el único dolor. Lo que nos pasa le pasa a mucha gente así que no estamos solos.
Alguna persona de la audiencia extrañará aquí alusiones al Señor y a la fe. Deben buscarlas en otro lado. Mi pasión es hablar con la gente que no cree lo que yo creo. Estoy interesado profundamente en comunicarme con los que no usan el lenguaje de las instituciones de la fe.
Comprender y navegar el mundo loco es un acto de misericordia. Un oficio de amor y de compasión. En eso estamos.
El siguiente crédito, por obligación, se requiere para su uso por otras fuentes: Artículo producido para radio cristiana CVCLAVOZ.