“La paz del alma” me ha sugerido alguien como tema para estas líneas. Cuando se experimenta el síndrome de la página en blanco, son bienvenidas las propuestas de la audiencia.
Cuando empecé a escribir estos artículos (año 2012), tenía una editora que me enviaba listas de temas y eso provocaba mi prosa y me facilitaba el camino de la comunicación.
Antes de la paz del alma, unas definiciones
“Alma” no es una palabra del texto bíblico original. Fue incorporada en la traducción de la Biblia hebrea para que la cultura grecorromana pudiera entender la idea del ser en el Antiguo Testamento.
Para los hebreos el ser era una cosa integral. No concebían al ser humano en compartimentos como lo entendía el pensamiento griego, principalmente platónico. Para la mente griega era necesario explicar la idea en la traducción y no se halló otro concepto mejor que pneuma, una palabra harto más etérea que la nefesh hebrea.
La paz como entendimiento del amor de Dios
La paz del alma no es un estado de quietud contemplativa. Ahora, recuerden siempre que mi columna es de opinión; no me canso de repetir que no propongo doctrina ni mucho menos aquí.
La paz, según mi actual entendimiento, es una expresión de libertad interior. Debo haber dicho aquí, varias veces, que el miedo, la culpa y la vergüenza son los mayores obstáculos a la plenitud del ser.
Así que, gracias a un mejor entendimiento del amor de Dios, deseché para siempre los conceptos aprendidos que me enjuiciaban según la tradición y la doctrina. Abracé el amor sin condiciones de Dios y le cerré la puerta a las opiniones y juicios de mis prójimos y prójimas. Mayor libertad y mayor paz del alma que eso no he encontrado hasta ahora.
La paz del alma como libertad
En este brevísimo análisis, agregaría que todo lo anterior me ha provisto de un grado de libertad interior en el cual no admito que nada ni nadie controle ni condicione mi vida, excepto la verdad de Dios en el estado en el que la entiendo hoy. No sé mañana; la verdad nunca termina de aprenderse.
La verdad, dicho sea de paso, te quita el miedo de pensar independientemente.
Pero hoy, la paz del alma se resume en la superación del miedo, la culpa y la vergüenza. Ello me proporciona un camino por el cual andar, hacer mi trabajo, leer, escribir, hablar, relacionarme con la gente, enseñar y descansar. Y de paso, transitar el cáncer con una melodía, aunque a veces hay que ponerle un poco de oxicodona.
El siguiente crédito, por obligación, se requiere para su uso por otras fuentes: Artículo producido para radio cristiana CVCLAVOZ.