En muchos casos el amor de madre y del padre es real y natural. Pero como todos somos tan diferentes, no siempre se da el caso. Hemos leído historias, escuchado cuentos de buenas y de malas madres y de buenos y de malos padres.
Pero sin entrar en detalles específicos, lo común es que el amor de madre sea superior, más profundo, que el del padre, por el hecho de habernos llevado dentro de su cuerpo por nueve meses. Nos sintió crecer dentro de ella. Eso hace una conexión que perdura y que es difícil de cortar.
Hay aspectos en la relación de padre y madre con los hijos, que ambos pueden tener en común, como la disciplina, incentivar la autoestima, enseñarles el respeto, los valores y educarlos para la sociedad. Para hacerlo bien, se tienen que poner de acuerdo ambos padres y seguir esas directrices.
Son cosas diferentes que necesitan de cada progenitor
No podemos generalizar en decir que un amor es mejor que el otro. Ambos amores son necesarios, ambos construyen su personalidad desde las experiencias vividas y con una crianza si se puede, ideal. La madre debe dar el amor y cuidado que necesitan tan fisiológica como psíquicamente.
Pero los niños necesitan de la protección del padre, sentir su autoridad y su guía. Es imprescindible que ambos tomen el tiempo de ponerse de acuerdo antes de tener a los hijos. Y luego tomarse el tiempo de explicar los temas necesarios para cada edad. Aprender a conversar con ellos es primordial.
La diferencia de los afectos de padre y madre
El afecto maternal se caracteriza por proteger al bebé al nacer, pues se sienten tan desvalidos. Es una relación que se torna emocional e intuitiva. Muchas veces la madre llega a saber qué incomoda al bebé antes que un doctor. Es como que se establece una conexión única entre ellos. Pero se puede establecer con amor de padre y de madre igualmente.
El amor paternal puede definirse como más lógico y racional y se asocia al poder sustentarlos y ser su ejemplo de vida. El padre siempre siente que debe ser fuerte, mostrar autoridad y respeto y hacer que se cumplan los deberes. Pero siempre es necesario que haya camaradería y juegos entre ellos.
Durante los primeros años de vida del bebé, la relación del padre es más distante que la de la madre y encontramos al padre observando ese complejo y cercano afecto que da la lactancia. Pero, el amor crece y si ha participado activamente en hablarle mientras crecía en el vientre de la madre y participa en sus cuidados diarios, se estrecha más la relación.
En conclusión, podemos decir que se necesitan ambos amores y la diversidad de cosas que les puedan enseñar son imprescindibles para la formación y la educación de los hijos. Es importante que padre y madre logren el equilibrio de dar una disciplina estricta pero con amor.
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