Una meditación no hace verano es paráfrasis de un muy antiguo refrán. Una referencia al mismo se encuentra en la siguiente cita:
Porque una golondrina no hace verano, ni un solo día, y así tampoco hace venturoso y feliz un solo día o un poco tiempo.
Aristóteles, Etica a Nicómaco
En el hemisferio sur el verano concluye oficialmente el 21 de marzo ¿Qué nos anima en este lunes gris aquí en Santiago de Chile a ofrecer una meditación de fin de temporada? Un poco quizá haber tenido que renunciar a ver amigos y amigas a causa de cuarentenas y fases. Quería encontrarlos este verano y contarles los devenires de mi exilio voluntario
¿Por qué una meditación no hace verano? Porque tendrían que leer muchos de mis artículos para ver si dan para hacer una estación. En el caso de mis escritos, serían golondrinas de invierno, como esas de Gustavo Adolfo Bécquer. Aunque estarían matizadas de otoños, primaveras y de repente, algún verano. Más veranillo de San Juan que verano, a decir verdad.
Tampoco hace venturoso y feliz un solo día
Así enseña Aristóteles a su hijo Nicómaco. Es la suma de los días, que incluye jornadas de dolor, soledad y estupor, la que otorga el sentido del gozo profundo. Un solo día puede ser lindo, pero no todos. Un día puede ser triste, pero no todos.
Es que solemos perder la perspectiva. Creemos, como Violeta Parra, que “todo lo cambia el momento, cual mago condescendiente”, pero, ¡oh, realidad!, el momento necesita otros miles para hacer una vida.
Al final, es la suma de los días
Isabel Allende tituló así uno de sus libros: “La suma de los días”. Porque no es una selección de momentos lo que nos define. Es el paso tranquilo y atento por todas las edades que hemos vivido. Nos consumimos a veces porque en éste o aquél momento hicimos algo que no debíamos haber hecho, como si eso fuera a marcar toda nuestra vida. Pero creo que no es así.
Estamos hechos de manera tal que tenemos la habilidad, si queremos, de cambiar. No todo está perdido. Ninguna suerte está echada. Nada está escrito, por más que a algunos no les guste esta frase. Tenemos en nuestras manos nuestro destino. Nadie ha predestinado nada. Me niego a creerlo.
Con la esperanza siempre de hacerles grato un par de minutos con estas lecturas, he escrito aquí para ustedes una meditación no hace verano.
El siguiente crédito, por obligación, se requiere para su uso por otras fuentes: Artículo producido para radio cristiana CVCLAVOZ.