Se conoce a Abraham como el «padre de la fe» porque a lo largo de su vida pasó por momentos críticos, pero aún así continuó confiando en Dios. Cuando leemos su historia entendemos que tener fe no quiere decir ser perfecto o no cuestionar a Dios, sino depositar nuestra confianza en Él pese a nuestras dudas y conflictos internos.
Abraham tuvo fe cuando, en su lugar, otros hubieran caído en la desesperanza; y por eso debemos conocer su vida y aprender de sus experiencias para nosotros aplicar su ejemplo cada día.
4 momentos en los que Abraham tuvo fe
1. Cuando Dios le pidió que abandonara todo lo que conocía
Entonces Abram partió como el Señor le había ordenado, y Lot fue con él. Abram tenía setenta y cinco años cuando salió de Harán.
Génesis 12:4 (NTV)
Abram tenía una vida establecida y no era joven cuando Dios le llamó y le pidió que dejara todo y se fuera a una tierra desconocida. La decisión de abandonar lo que él conocía no debió ser fácil; además, salir implicaba incomodidad por las largas horas de viaje y en condiciones no muy seguras. Aparte de los riesgos de la naturaleza, mudarse significaba un riesgo para su integridad y la de sus acompañantes. Sin embargo, Abram tuvo fe en Dios y no pensó en las complicaciones, sino en obedecerle.
Hay momentos en los que Dios nos pide abandonar lo que conocemos y salir de nuestra zona de comodidad. A nadie le gusta estar en una posición de incertidumbre; pero es allí donde entra la fe. Debemos darle a Dios el control de todo y confiar que Él hace las cosas porque tiene un plan.
2. Cuando Dios le prometió algo que parecía imposible
Y Abram creyó al Señor, y el Señor lo consideró justo debido a su fe.
Génesis 15:6 (NTV)
Cuando pensamos en los ciclos de la vida creemos que todo tiene que ocurrir según nuestro plan; no obstante, para Dios no existen limitaciones. Él le prometió Abram que tendría un hijo y una gran descendencia. Quizá Abram no esperaba ser padre porque su edad era avanzada; pero decidió creerle a Dios. Parecía algo imposible, pero él no se fijó en cuán increíble era esa promesa, sino en el poder de Dios.
En la vida tenemos que aprender a no limitarnos por lo que vemos o consideramos posible; Dios es quien determina qué se puede realizar y qué no. Cuando entendemos esta verdad podremos creer en Sus promesas y tener más fe.
3. Cuando creyó que todavía había esperanza
Entonces Abraham insistió en su petición: —¿Supongamos que hubiera solamente cuarenta? El Señor le contestó: —No la destruiré por causa de esos cuarenta.
Génesis 18:29 (NTV)
Dios cambió el nombre de Abram a Abraham. En la Biblia hay pocos casos similares, y el cambio implicó un nuevo propósito. Abraham significa «padre de muchas naciones» (Génesis 17:5), y esto reafirmó la promesa que Dios le hizo.
En un punto de la historia, Dios vio la maldad que había en los corazones de la gente de Sodoma y Gomorra; y por eso quiso destruirlos. Cuando Abraham supo de esto, en lugar de condenar a esas personas, buscó la manera de salvarlos. Abraham tuvo fe y creyó firmemente que habría bondad, al menos en una persona, y por eso intercedió por ellos ante Dios.
Cuando vemos que una situación difícil parece no tener solución, es común desfallecer y fijarnos solo en lo negativo. Pero Abraham es un ejemplo de esperanza. Al igual que él, debemos fijarnos en lo bueno y pedir a Dios por ese motivo, en lugar de quejarnos por todo lo malo que sucede. Un cambio de perspectiva puede ser lo que haga falta en nuestra vida.
4. Cuando Dios le pidió herir lo que más amaba
—Dios proveerá un cordero para la ofrenda quemada, hijo mío—contestó Abraham. Así que ambos siguieron caminando juntos.
Génesis 22:8 (NTV)
Después de cumplir su promesa de darle un hijo, Dios le pidió que lo sacrificara. Abraham obedeció e hizo los preparativos, pero también dijo algo que demostró su fe incondicional en Él: «Dios proveerá». Abraham no le dijo a su hijo Isaac que él sería el sacrificio, sino que Dios proveería el cordero que serviría de ofrenda. Con esto entendemos que confiaba plenamente en que Dios no haría daño a su hijo, sino que mantendría su promesa de darle una gran descendencia.
De igual manera, cuando vamos a Dios a veces nos cuesta darle esas áreas que amamos. Puede ser algún vicio, una adicción o incluso nuestro carácter; esas son cosas que consideramos sagradas y no queremos sacrificarlas a Dios. Pero, tal como demostró Abraham, la mejor decisión es obedecer y dejar que Dios actúe conforme a Su voluntad.
El siguiente crédito, por obligación, se requiere para su uso por otras fuentes: Artículo producido para radio cristiana CVCLAVOZ.