«Todos deben ser de un mismo parecer. Tengan compasión unos de otros. Ámense como hermanos y hermanas. Sean de buen corazón y mantengan una actitud humilde.»
1 Pedro 3:8 (NTV)
Contrario a lo que muchos pueden creer, practicar la humildad no significa tener baja autoestima o tener pocos recursos económicos. En cambio, es la virtud de aceptar nuestra fallas y debilidades, y trabajar en base a ellas. Ser humilde también implica reconocer que flaqueamos en muchos aspectos, y que por esa razón necesitamos aferrarnos de Dios.
La humildad es una virtud que se cultiva con el tiempo, y si queremos que sea parte de nuestro estilo de vida, tenemos que convertirla en un hábito.
Cómo practicar la humildad a diario
1. Aceptando las críticas
Saber aceptar los comentarios y críticas de los demás, sin responder de manera hiriente, es una forma de practicar la humildad. Debemos aprender a rescatar lo bueno que trae, y tomarlo como una lección para mejorar en nuestra vida.
Ahora bien, hay personas que critican con el único propósito de herir; y por ello debemos tener la capacidad de distinguir qué tan ciertas son sus palabras. En lugar de generar discusiones, es mejor alejarse y no responder con vehemencia.
2. Sin elogiarnos a nosotros mismos
Ser humilde implica hacer las cosas por el acto de hacerlo, no con la intención de recibir alguna recompensa por ello. La humildad es algo que se lleva dentro, no algo que se autoproclama. Si se recibe elogios por un trabajo hecho, debemos recordar que sin importar lo que hagamos, si no está en los planes de Dios, nada sería posible.
Practicar la humildad implica no elogiarnos a nosotros mismos, sino dejar que nuestras acciones (u otras personas) hablen en nuestro lugar. En el momento que decimos que somos humildes, ya dejamos de serlo.
3. Pensando en el bienestar de otros
Ayudar a otros, ser compasivos y amables, son acciones de una persona humilde. Jesús fue un ejemplo de ello cuando realizó muchas acciones en favor de los demás, en vez de buscar su propio beneficio. De Él aprendemos que la humildad quiere decir procurar el bien de los demás; y en ocasiones, sacrificar nuestro yo por el bienestar común.
4. Amándonos a nosotros mismos
Practicar la humildad es procurar el bien de los demás sin negar nuestro propio valor. No podemos ser humildes si primero no nos amamos a nosotros mismos. Ambos van de la mano. Si una persona no se ama a sí misma y se sacrifica por los demás, pronto adquiere un rol de víctima; y ser víctima no es ser humilde.
5. Siendo agradecidos
Agradecer es practicar la humildad. No es suficiente con decir gracias: la gratitud es una actitud. Al ser agradecidos reconocemos que necesitamos de los demás, que apreciamos lo que hacen y que no damos por hecho su esfuerzo.
Por ese motivo es primordial mostrar gratitud a diario con Dios, las personas que nos rodean e incluso aquellos a quienes no conocemos.
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