Consejos para cultivar la paciencia
Consejos para cultivar la paciencia

Consejos para cultivar la paciencia

Es más que seguro que en algún momento de tu vida deseaste tener más paciencia, pero ¿cómo puedes cultivar la paciencia?

Para empezar, podemos definir la paciencia como aquella capacidad de soportar algo sin alterarnos, con resignación; la facultad, calma o tranquilidad para esperar algo que deseamos que suceda. Otra definición podría hacer referencia a la capacidad de desarrollar cosas muy minuciosas.

En la vida cristiana la paciencia es más que una capacidad de soportar o esperar con resignación a que suceda algo. En el Nuevo Testamento, la palabra griega que hace referencia a esta virtud es hypomonḗ,  que significa perseverancia o resistencia.

Pero si deseamos algo que todavía no tenemos, debemos esperar con paciencia y confianza.

Romanos 8: 25 (NTV)

Existen muchos versículos que hacen referencia a esta gran virtud, el sabio Salomón ya hablaba de ella y en el Nuevo Testamento existen muchas referencias a la paciencia.

Dado que Dios los eligió para que sean su pueblo santo y amado por él, ustedes tienen que vestirse de tierna compasión, bondad, humildad, gentileza y paciencia 

Colosenses 3:12 (NTV)

Consejos para cultivar la paciencia

La paciencia no solo es importante para cultivar o mantener nuestras relaciones interpersonales, sino que ayuda a nuestra salud al ser una protección contra la depresión, el enojo y otras emociones que nos afectan negativamente.

No es fácil cultivar la paciencia y menos considerando el mundo acelerado en el que vivimos, en el que deseamos que todo suceda cuanto antes.

Algunos consejos que te pueden ser útiles para tener más paciencia son los siguientes:

1. Aprende a identificar qué te hace perder la paciencia

En muchas oportunidades las cosas por las que perdemos la paciencia no son realmente tan serias como las pensamos en ese momento.

Por ejemplo, si pierdes la paciencia por el tráfico pesado que experimentas al ir a tu trabajo busca alternativas, ya sean rutas alternas o sal más temprano. Si es inevitable, usa ese momento para hablar con Dios, para planificar tus actividades o escucha música que te relaje.

Cuando eres capaz de identificar lo que te molesta o te hace perder la paciencia puedes buscar formas de hacerle frente y, de forma más objetiva puedes ver qué tan malo es realmente. A veces sobredimensionamos las cosas.

2. Sé realista

A veces las cosas no son como deseamos pero tampoco son tan malas como las percibimos. 

A todos nos pasa que cuando las cosas no salen como queremos perdemos la paciencia, nos desesperamos, nos frustramos, nos enojamos con nosotros mismos, con los demás y hasta con Dios.

Sin embargo, las cosas no siempre son como queremos y debemos ser realistas al respecto. No siempre trabajaremos junto a las personas que amamos ni con aquellas que  tenemos más en común. 

Sin embargo, eso no significa que necesariamente debemos llevarnos mal, podemos construir en base a nuestras diferencias y, el ser realistas, nos ayudará detectar y enfrentar mejor aquellas cosas que no nos gustan pero también a ver todo lo bueno que hay en esa situación. Además, recuerda que nosotros tampoco somos perfectos.

3. Cambia tu estilo de vida

Si es posible revisa tu estilo de vida, redistribuye tus actividades, busca momentos que te permitan descansar tu mente de todos los estímulos que recibes, no digas que sí a todos los compromisos solamente por quedar bien.

Evalúa si todas las cosas que haces realmente valen la pena y si aportan a tu vida, a veces nos llenamos de compromisos que lo único que hacen es causarnos estrés y por ende perdemos la paciencia con más rapidez.

4. No reacciones inmediatamente

Ese es un error muy común que todos comentemos. Algo no nos gusta, no sale como deseamos o alguien no actúa como esperamos y perdemos la cabeza.

Respira, cuenta hasta 10 (o lo que te haga falta) y piensa de forma más amplia, mira el panorama completo. Si reaccionas ese mismo instante en el que algo te molesta, es posible que después, cuando pase tu enojo, te des cuenta que las circunstancias no ameritaban tu reacción y, además, no eran como las percibiste inicialmente.

5. Trabaja en esta virtud

Cultivar la paciencia requiere de mucho trabajo. Nadie nace siendo paciente, por el contrario, cuando los bebés tienen hambre, por ejemplo, lloran hasta que se sacie esa necesidad, no es que esperarán a que se les pase o los papás tengan tiempo de darle su alimento.

Todos debemos trabajar día a día para que la paciencia pueda crecer y desarrollarse en nosotros. No es un trabajo sencillo pero ¡vale la pena!

La paciencia no llegará con un solo día que decidamos practicarla, sino que se forma en el día a día. Así como los deportistas de élite que desean competir en olimpiadas o campeonatos mundiales necesitan entrenar todos los días, ser paciente requiere de constancia.

Dios cultiva nuestra paciencia a través de las pruebas y cuando no vemos una respuesta inmediata a nuestras oraciones, ¿te ha pasado?

A todos nos gustaría que en la primera oración que hagamos por una determinada cosa ya tengamos la respuesta, pero cuando Dios nos pide que esperemos entrenamos nuestra paciencia, lo bueno es que tenemos una esperanza segura.

Alégrense por la esperanza segura que tenemos. Tengan paciencia en las dificultades y sigan orando. 

Romanos 12:12 (NTV)

La paciencia es una virtud fundamental para todos los seres humanos, pero no es fácil de cultivar. Sin embargo, vale la pena entrenarnos en esta virtud porque no sólo nos ayuda a esperar confiadamente en los planes de Dios, sino que mejora nuestra relación con quienes nos rodean y con nosotros mismos.

El siguiente crédito, por obligación, se requiere para su uso por otras fuentes: Artículo producido para radio cristiana

CVCLAVOZ

. El presente se escribió en su totalidad por un ser humano, sin uso de ChatGPT o alguna otra herramienta de inteligencia artificial.

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