El que quiera amar la vida y llegar a ver días buenos, debe refrenar su lengua del mal, y sus labios no deben mentir.
1 Pedro 3:10 (RVC)
La lengua apacible es árbol de vida; la lengua perversa daña el espíritu.
Proverbios 15:4 (RVC)
Se cree que cuando insultamos, ofendemos o criticamos a otra persona, sólo estamos hiriendo sus sentimientos o su orgullo. No parece algo importante y a veces no lo consideramos en el mismo nivel que la violencia física. Sin embargo, en Proverbios 15:4 leemos que las palabras negativas también impactan nuestra salud.
Un grupo de investigadores1 descubrieron que las palabras que indican dolor incrementan la aflicción de las personas. Ellos examinaron a pacientes que habían salido de operaciones quirúrgicas y encontraron que aquellos a quienes se les decía frases que contenían sinónimos de dolor, tendían a sentir más malestar de lo normal.
Por otra parte, lo que pensamos o escuchamos también modifica nuestro cerebro2. El cerebro es un órgano capaz de crear conexiones a medida que lo alimentamos con nueva información. Si en ese proceso, el cerebro recibe palabras negativas, la respuesta emocional también cambiará.
Estos y otros estudios confirman que las palabras positivas tienen poder, para bien o mal, sobre nuestras vidas y la de quienes nos rodean (Proverbios 18:20-21).
El fuego se apaga cuando falta madera, y las peleas se acaban cuando termina el chisme.
Proverbios 26:20 (NTV)
Cuando vemos por qué la Biblia dice que cuidemos nuestra boca es porque hablar mal sobre alguien no solo perjudica a la persona de quien se habla, sino también a quien propaga el chisme.
Según una investigación3, la autoestima de una persona disminuye cuando chismorrea sobre alguien. Otro estudio4 descubrió que el chisme en el trabajo hace que las personas se vuelvan más cínicas y reduzcan su productividad.
Las palabras que decimos o escuchamos nos llevan a modificar nuestro comportamiento. También, lo que decimos se refleja en otros y manifiesta lo que está en nuestros corazones.
Por lo tanto, es importante que tengamos dominio propio y sepamos elegir cuidadosamente las palabras que salen de nuestra boca. Si no lo hacemos, acarrearemos consecuencias que podrían ser devastadoras para nosotros mismos y quienes nos rodean.
Luego, Jesús convocó a la multitud y les dijo: “Escúchenme, y entiendan: Lo que contamina al hombre no es lo que entra por su boca. Por el contrario, lo que contamina al hombre es lo que sale de su boca.“
Mateo 15:10-11 (RVC)
El siguiente crédito, por obligación, se requiere para su uso por otras fuentes: Artículo producido para radio cristiana CVCLAVOZ.
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Es quedado muy sorprendido en la dinámica del programa; yo escucho en una emisora local a la 5 am ( la excelencia es hacer lo apropiado oportunamente bien hecho gracias mil ) Rafael Díaz República Dominicana