Cuando vemos qué dice la Biblia acerca de perdonar a otros podemos ofrendar el mecanismo del perdón: cómo funciona, por qué debe darse y qué consecuencias tiene.
El perdón es algo que no se puede pedir si no se da. En Mateo 18:21-35 encontramos una historia que Jesús relató a sus discípulos. En ella presentó a un hombre que pidió que se le perdonara una deuda; pero luego él no quiso perdonar otro que le debía. Jesús culminó la narración de la siguiente manera:
El rey se puso furioso, y ordenó que castigaran a ese empleado hasta que pagara todo lo que le debía.
Jesús terminó diciendo: «Lo mismo hará Dios mi Padre con cada uno de ustedes, si no perdonan sinceramente a su hermano.»
(TLA)
Esta afirmación, aunque suena estricta, se menciona en otros pasajes bíblicos. Por ejemplo:
Porque si ustedes perdonan a los demás el mal que les hagan, su Padre que está en el cielo también los perdonará a ustedes. Pero si ustedes no los perdonan, su Padre tampoco los perdonará a ustedes.
Mateo 6:14-15 (PDT)
Versículos como Marcos 11:25 y Lucas 6:37, 17:3-4 nos confrontan con la realidad: el perdón se tiene que dar para pedirse. Esto es porque si no perdonamos estamos diciendo que nosotros tampoco queremos recibirlo de otros, y esto incluye a Dios.
Sean más bien amables unos con otros, misericordiosos, perdonándose unos a otros, así como también Dios los perdonó en Cristo.
Efesios 4:32 (NBLA)
Jesús murió y resucitó por nuestros pecados, y cuando aceptamos su sacrificio tenemos el deber de perdonar a otros (Colosenses 3:13). La razón es que Él nos pide que amemos a otros con el mismo amor que nos da; y no podemos amar si vivimos heridos o resentidos con otros:
Si alguien les hace algo malo, no hagan ustedes lo mismo; si alguien los insulta, no contesten con otro insulto. Al contrario, pídanle a Dios que bendiga a esas personas, pues él los eligió a ustedes para que reciban bendición.
1 Pedro 3:9 (TLA)
Al ver qué dice la Biblia sobre perdonar a otros compremos que el perdón es parte del amor y, por consiguiente, nos toca practicarlo con otros porque es parte de nuestra nueva vida en Cristo.
Es un desafío cuando alguien nos hiere una y otra vez, porque nos cuesta perdonar y tenemos miedo de que vuelva a hacernos mal. Sin embargo, Jesús mismo dijo que el perdón debe ser ilimitado:
Entonces se le acercó Pedro y le dijo: Señor, ¿cuántas veces perdonaré a mi hermano que peque contra mí? ¿Hasta siete?
Jesús le dijo: No te digo hasta siete, sino aun hasta setenta veces siete.
Mateo 18:21-22 (RVR1960)
Cuando mencionó esa cifra solo fue para hacer énfasis en que no debemos poner restricciones al perdón; después de todo, Dios nos perdona y no lleva una cuenta nuestros pecados o errores.
Aunque nos cueste perdonar, debemos hacerlo de corazón cada vez y recordar que debemos dar el perdón que esperamos recibir.
Puede resultar sencillo perdonar las ofensas de nuestros seres queridos; pero cuando se trata de personas que nos hacen mal, nos cuesta. No obstante, la Biblia dice que el perdón no debe ser solo hacia quienes amamos, sino también hacia quienes nos odian; Jesús dijo:
Escuchen bien lo que tengo que decirles: Amen a sus enemigos, y traten bien a quienes los maltraten. A quienes los insulten, respóndanles con buenas palabras. Si alguien los rechaza, oren por esa persona. Si alguien les da una bofetada en una mejilla, pídanle que les pegue en la otra. Si alguien quiere quitarles el abrigo, dejen que también se lleve la camisa. Si alguien les pide algo, dénselo. Si alguien les quita algo, no le pidan que lo devuelva. Traten a los demás como les gustaría que los demás los trataran a ustedes.
Si sólo aman a la gente que los ama, no hacen nada extraordinario. ¡Hasta los pecadores hacen eso! Y si sólo tratan bien a la gente que los trata bien, tampoco hacen nada extraordinario. ¡Hasta los pecadores hacen eso! Si ustedes les prestan algo sólo a los que pueden darles también algo, no hacen nada que merezca ser premiado. Los pecadores también se prestan unos a otros, esperando recibir muchas ganancias.
Amen a sus enemigos, hagan el bien y presten sin esperar nada a cambio. Si lo hacen, el Dios altísimo les dará un gran premio, y serán sus hijos. Dios es bueno hasta con la gente mala y desagradecida. Ustedes deben ser compasivos con todas las personas, así como Dios, su Padre, es compasivo con todos.
Lucas 6:27-36 (TLA)
Cuando nos ofenden, quizá una reacción inmediata sea la de querer vengarnos. Pero en la Palabra de Dios encontramos que esa labor no nos corresponde. Él es quien se encarga de administrar justicia, y no debemos intentar ocupar su lugar.
No digas: «Me voy a vengar de este mal»; espera a que el Señor se ocupe del asunto.
Proverbios 20:22 (NTV)
En otro pasaje encontramos: «”Yo soy el que castiga, les daré el pago que merecen”, dice el Señor» (Romanos 12:19 PDT). Por lo que no debemos devolver mal por mal; en cambio, debemos perdonar y no volver atrás.
El siguiente crédito, por obligación, se requiere para su uso por otras fuentes: Artículo producido para radio cristiana CVCLAVOZ.
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