Muchos siguen queriendo achacar a Dios el hecho de que hay tanta maldad en el mundo. Buscamos a quién echarle la culpa por todo. Pero la verdad es que si Dios no fuese la bondad absoluta, no sabríamos diferenciar el bien del mal.
De la misma manera como la oscuridad es la falta de luz, la maldad es la falta de bondad en las personas. Dios nos hizo con sentimientos, corazón, sensibilidad, pero nos dio el libre albedrío, la posibilidad de escoger y decidir.
Son nuestras decisiones y lo que hemos elegido lo que cambian todo
Han sido esas decisiones las que nos han llevado a las situaciones por las que nos quejamos y queremos culpar a Dios. Él creó todo y dijo que era bueno. Las cosas que creó Dios son buenas.
Y vio Dios todo lo que había hecho, y he aquí que era bueno en gran manera. Y fue la tarde y la mañana el día sexto.
Génesis 1:31 (RVR 1960)
Por eso es importante tener la presencia de Dios en nuestras vidas. Es lo que nos permite tener la bondad presente, porque de lo contrario, reinaría la maldad en nosotros y sufriríamos sus consecuencias.
El rol de la conciencia
Cuando nos creó, Dios nos dio a los seres humanos la conciencia. Sin embargo, hay quienes han logrado nublar o desaparecer lo que la conciencia nos dicta. Ella es la que nos indica que hicimos algo mal y nos hace sentirnos mal por ello. Es la que causa convicción.
Mostrando la obra de la ley escrita en sus corazones, dando testimonio su conciencia, y acusándoles o defendiéndoles sus razonamientos.
Romanos 2:15 (RVR 1960)
Necesitamos tener una estrecha relación con Dios para mantenernos en Su camino. Para lograr mostrar a todos Su bondad, Su amor y espíritu de servicio. Solo dando prioridad a nuestro tiempo con Dios podremos cultivar la bondad y contagiarla a otros.
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