El Salmo 1 empieza hablando de las bienaventuranzas del justo, aquel que no anda en consejos de malos, no sigue camino de pecadores, ni es soberbio como los escarnecedores.
Una característica del justo es que su deleite es la Palabra de Dios, porque ella transforma el alma y da un placer único.
Sino que en la ley de Jehová está su delicia, Y en su ley medita de día y de noche. Salmos 1:2 (RVR 1960)
Spurgeon en un comentario dice: “No es solo la lectura lo que nos hace bien; sino que el alma se alimenta interiormente de ella y la digiere…”
No hay como las Escrituras, que nos llevan al corazón de Dios y transforman para bien nuestro ser.
Haz de la Palabra de Dios tu delicia
Las Escrituras son nuestro espejo, en ellas vemos nuestras imperfecciones y la necesidad imperante del amor y misericordia de Dios.
Como hijos de Dios, Su Palabra debe ser nuestro deleite.
“El hombre debe tener algún deleite, algún placer supremo. Su corazón nunca estuvo destinado a ser un vacío. Si no está lleno de las mejores cosas, estará lleno de lo indigno y decepcionante”. (Spurgeon)
Leamos y meditemos en las Escrituras, y hagamos de ellas nuestra satisfacción extrema para que en cualquier circunstancia, buena o mala, estemos confiados en que estamos sobre la roca.
Oración del día
Padre bueno, gracias por la Biblia, porque en ella nos revelas tu amor y tu poder. Te pido que me ayudes a deleitarme en ella, abre mi entendimiento y dame discernimiento.
Gracias por hablar a mi corazón, te buscaré en tu Palabra día y noche, en el nombre de Jesús, amén.
Aplicación
¿Qué haces para que la Palabra de Dios sea tu delicia?