«Me siento débil», menciona el cuento de un oso del que quisiera compartirte su mensaje: «Me gusto a mí mismo, sé lo que quiero y vivo contento, soy fantástico, me esmero en cuidar mi apariencia, me alegro por los pequeños detalles de la vida y las cosas grandes. Adoro las sorpresas, siempre estoy dispuesto a divertirme, soy valiente, no le tengo miedo a nada; pero, existen días que me siento solo y pequeño».
A veces me amo y otros días soy débil
Es difícil creer que un oso pueda sentirse débil cuando es tan grande y desafiante; sin embargo, a pesar de que es un cuento de niños, sus palabras encierran la realidad.
Todos en algún momento de nuestra vida hemos presentado altibajos; un día podemos sentirnos tan fuertes y felices, y al otro estar tristes, débiles o indefensos. También les pasó a los siervos del Señor, aquellos que hicieron milagros.
¡Basta ya, oh Jehová, quítame la vida!
Viendo, pues, el peligro, se levantó y se fue para salvar su vida, y vino a Beerseba, que está en Judá, y dejó allí a su criado. Y él se fue por el desierto un día de camino, y vino y se sentó debajo de un enebro; y deseando morirse, dijo: Basta ya, oh Jehová, quítame la vida, pues no soy yo mejor que mis padres.
1 Reyes 19:3-4 (RVR 1960).
Este pasaje hace referencia a Elías, un hombre que desafió a los profetas de Baal, para mostrarles quién era el verdadero Dios. Obviamente los seguidores de ese ídolo no recibieron respuesta a pesar que hicieron muchos intentos, pero el varón de Jehová hizo una oración y el Señor le respondió.
Entonces, el pueblo abriendo sus ojos atrapó y mató a los falsos profetas. Enterándose de esta situación la reina amenazó de muerte a Elías, por lo que tuvo que escapar al desierto, sintiéndose el ser más débil del mundo.
Todos podemos sentirnos débiles
A pesar de que Elías fue testigo del poder del Señor, llegó un momento en el que se sintió débil, a tal punto de pedir a Dios que le quite la vida. Así mismo, puede pasarnos a nosotros, que somos seres humanos con sentimientos, a veces podemos sentirnos tan fuertes, como débiles; llenos de gozo y tristes; creer en los milagros y en ocasiones dudar de ellos.
Pero, quisiera que aprendas una enseñanza valiosa: Elías no se estancó en sus emociones, Dios lo buscó y escuchó su voz. Si estás enfrentando un tiempo de debilidad y tristeza, a pesar de conocer al Señor, no te sientas mal; te animo a acercarte a tu Padre, aquel que siempre te busca y espera con los brazos abiertos. No olvides que Él conoce tus debilidades y quiere ayudarte.
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