A veces creemos que los que triunfan son los que tienen más dinero, más influencias, más conocimiento, etc. y olvidamos que no se trata de los recursos, sino de Dios.
No es la espada
Una antigua historia nos relata acerca de un valiente capitán cuya bandera estaba casi siempre en la primera línea de batalla; su espada era temida por sus enemigos, porque se lo consideraba el mensajero de la mortandad y de la victoria.
Un día su rey le pidió que le mostrara su espada; cuando éste la tuvo en sus manos la tomó con cuidado, la examinó y la devolvió con el siguiente mensaje: “No veo nada maravilloso en esta espada. No puedo entender por qué un hombre le puede tener tanto miedo”.
El capitán envió su respuesta: “Vuestra Majestad se ha dignado examinar la espada; pero no le envié el brazo que la maneja. Si hubiera examinado ese brazo, y el corazón que dirige al brazo, habría entendido el misterio”.
No se trata de los recursos, sino de quién está contigo
Todos los días libramos batallas, a veces unas más duras que otras, pero nunca debemos olvidar que no se trata de nosotros o de lo que poseemos, sino de la confianza que tenemos en Dios y la fe en Él para permitirle pelear nuestras batallas.
A veces las batallas parecen imposibles, se presentan como gigantes que no podremos derrotar con nuestras fuerzas, pero cuando acudimos a Dios y le entregamos nuestras luchas, Él pelea por nosotros, empiezan a ocurrir los milagros y nos da la victoria que tanto necesitamos.
¡Pues el Señor su Dios va con ustedes! ¡Él peleará por ustedes contra sus enemigos y les dará la victoria!”. Deuteronomio 20:4 (NTV)
Además de la confianza en Dios, debemos permanecer con corazones humildes y agradecidos, reconociendo que cada victoria es por Él y que toda la gloria le pertenece.
El Señor es mi fortaleza y mi escudo; confío en él con todo mi corazón. Me da su ayuda y mi corazón se llena de alegría; prorrumpo en canciones de acción de gracias. Salmos 28:7 (NTV)
Deja de pelear tus batallas confiando en tus fuerzas, recursos, conocimientos o las personas que conozcas, nada de eso vale si no le entregas tu batalla a Dios y le permites que Él pelee por ti.
Oración del día
Padre Amado, te agradezco porque tú nunca me abandonas, porque tus planes son de bien para mi vida y porque tu peleas mis batallas.
Este día te pido que me ayudes a recordar siempre que mi victoria en las batallas no depende de mí ni de mis fuerzas o recursos, sino de ti. En el nombre de Jesús, amén.
Aplicación
¿Qué haces cuando sientes que una batalla parece imposible de ganar?