Muchas veces no es agradable recordar de dónde hemos salido, pero nunca debemos olvidar de dónde venimos.
El pastor de ovejas
Se cuenta de un pastor de ovejas que llegó a tener una alta posición gracias a uno de los reyes de Escocia, lo que le llevó a construir un pequeño aposento cerca del palacio al cual iba todos los días.
El rey comenzó a sospechar que estaba tramando una conspiración, así que le pidió visitar esa estancia secreta.
Para su sorpresa, todo lo que había en el interior era una silla, un cayado de pastor y un viejo pañuelo de cabeza doblado.
-¿Qué significa todo esto? – preguntó el rey.
-Esto me recuerda que yo era un humilde pastor cuando su majestad me enalteció. Vengo a esta estancia para mirar el cayado y el pañuelo, y ello me recuerda que no soy nada por mí mismo, sino por la gracia que vuestra majestad me confirió.
Por gracia
Recordar el pasado puede ser muy doloroso para muchas personas pero puede ser un sano ejercicio el no olvidar de dónde hemos salido.
Muchas veces, por orgullo, vergüenza o dolor, preferimos olvidar el pasado y disfrutar de lo que somos y tenemos actualmente, olvidando que si bien podemos habernos esforzado mucho, no somos merecedores de lo que tenemos.
El apóstol Pablo, en la 1 carta a Timoteo dijo:
Doy gracias al que me fortaleció, a Cristo Jesús nuestro Señor, porque me tuvo por fiel, poniéndome en el ministerio, habiendo yo sido antes blasfemo, perseguidor e injuriador; mas fui recibido a misericordia porque lo hice por ignorancia, en incredulidad. Pero la gracia de nuestro Señor fue más abundante con la fe y el amor que es en Cristo Jesús.
1 Timoteo 1:12-14 (RVR 1960)
Él entendía que sólo el Señor, por gracia y misericordia, lo puso en el ministerio.
¿De dónde has salido?
Si ahora mismo miras hacia atrás, ¿Qué ves? ¿Dónde estabas y dónde estás ahora?
Sin importar las circunstancias, Dios siempre es Fiel y tiene cuidado de aquellas personas que lo aman y lo buscan.
Puede ser que no tienes la vida que soñabas o aquella que el cine o la televisión te ha vendido, pero es muy probable que la mayoría de nosotros, si miramos atrás veremos que sólo la gracia y la misericordia de Dios nos puso donde estamos.
Cuando sientas que el orgullo empieza a cegar tu vida, mira de dónde vienes, piensa en tu historia, no para sufrir, sino para que siempre tengas presentes que sin Dios no somos nada y que todo se lo debemos a Él.
El siguiente crédito, por obligación, se requiere para su uso por otras fuentes: Artículo producido para radio cristiana CVCLAVOZ.