Con nuestras propias fuerzas, sin duda, podemos conseguir muchas cosas, pero no todo está en nuestras manos, muchas veces necesitamos renunciar para ser libres de aquello que nos tiene presos.
¿Qué te mantiene preso?
Un ave que está encerrada en una jaula es limitada a dar solo saltos de un lado para otro, cuando en realidad ella debería estar volando por los cielos. Así es vivir preso de algo, te impide tener paz, libertad y extender tus alas.
Hay prisiones que no necesariamente son celdas físicas, sino son actitudes, hábitos o pecados que nos mantienen presos y, aunque estemos libres físicamente, nos mantienen lejos de la verdadera libertad a la que Dios nos ha llamado.
Así que, si el Hijo os libertare, seréis verdaderamente libres.
Juan 8:36 (RVR 1960)
Identifica todo aquello que te aleja de vivir en libertad, cualquier cosa que sea, no le restes importancia, porque con el tiempo se volverá algo más grande que tú y sin piedad te mantendrá preso.
Renuncia y vive en libertad
Hay límites que nos hacen libres, y esos límites son los que ha dispuesto Dios a través de su Palabra y también en nuestra conciencia. Éstos nos ayudan a vivir de una manera digna y tranquila ante Él y nuestros prójimos.
Todas las cosas me son lícitas, mas no todas convienen; todas las cosas me son lícitas, mas yo no me dejaré dominar de ninguna.
1 Corintios 6:12 (RVR 1960)
Si en algún momento permitiste que algo o alguien te robe la libertad, acude a Dios con sinceridad y dispuesto a su guía. Renuncia a todo lo que te tiene preso y para hacerlo debes reconocer que necesitas de solo tus fuerzas para lograrlo.
Cuida tu libertad, evita que ella sea tomada como presa de alguna mentira, actitud, pensamiento u adicción.
Estad, pues, firmes en la libertad con que Cristo nos hizo libres, y no estéis otra vez sujetos al yugo de esclavitud.
Gálatas 5:1 (RVR 1960)
El siguiente crédito, por obligación, se requiere para su uso por otras fuentes: Artículo producido para radio cristiana CVCLAVOZ.