(Esta antigua declaración, leída en un seminario sobre cristianos en el arte hace más de treinta años está dedicada a los artistas no reconocidos de nuestro medio: pintores, escultores, poetas, novelistas, músicos, dramaturgos. Por razones que puedo explicar en otra nota no están incluidos aquí los cantantes evangélicos.)
Se multiplican presurosos los sueños como las células del óvulo recién fecundado. Una explosión de vida hiende los espacios de la no vida, del silencio, de la nada más inmensa.
Sí. La vida se hace de sueños, de imaginaciones, de intuiciones que vienen a la mente y que nosotros intentamos penetrar en la realidad, como cuñas de amor entre los tejidos humanos de la cultura.
Encuentros en rincones y pasillos
Cristianos desencontrados por millones de minutos de pronto se encuentran en el hemisferio más conveniente, se dan saludos protocolares y sueltan la lengua.
Y cuando esculpen las criaturas, las variadas criaturas de sus sueños y las posicionan en el espacio preciso, estalla un mar de campanas. Se oye una manada de bisontes espirituales que hace temblar la tierra dura de la tradición. ¡Que despierten los gnomos y sean obligados a abrir los cerrojos de la vida, más abajo de las piedras y los yuyos!
La llamada del arte
¡Que se encuentren los cristianos en el arte, soñadores de sueños, los que tienen visiones culturales estupendas! ¡Que vengan a desplegar sus naturalezas vivas y despojen a la muerte de su prolongado imperio!
Un grito de Ipiranga, una Toma de la Bastilla, una revolución zapatista, serán pobres imitaciones de este pronunciamiento universal de los cristianos del arte. Por ahora, los veis arrullando sus sueños en cuadernos y en tertulias de madrugada que derraman ante Dios.
Vengan a soltar sus sueños en una ronda esplendorosa, déjenlos correr a sus anchas por los dominios arrebatados al arlequín hediondo, al guasón maldito que se agazapa en las sombras de la imitación y de las espesas densidades de la mentira.
Postludio para cristianos en el arte
¡Vengan, vengan todos a arrebatar sueños, porque son suyos, ilotas de la tradición! Ustedes los soñaban en las mazmorras del aburrimiento, en las celdas de la cultura opresora y pensaban si acaso no eran sólo locuras.
No. No lo eran. Eran realidades, porque ustedes los habían concebido y sólo les faltaba darlos a luz en la maternidad de Dios, donde reside su gloriosa inspiración.
Dejad a los artistas venir a mí y no se impidáis…
El texto precedente es parte del libro “Imprecisiones” que nunca publiqué. Ahora, está disponible en formato PDF y lo pueden encontrar en mi blog personal “Las Hojas de Parra”.
El siguiente crédito, por obligación, se requiere para su uso por otras fuentes: Artículo producido para radio cristiana CVCLAVOZ.