La cultura audiovisual, la velocidad, la inmediatez, la lectura abandonada y la ausencia de reflexión dominan el campo. No queda más reserva que unos pocos que, tomando el control de los medios en lugar de ser controlados por ellos, mantienen la perspectiva. Que reconocen que el pensamiento crítico es la frontera final y que no hay que rendirse. Hay que mantener la mirada panorámica, el juicio lúcido y el análisis documentado de la realidad.
No se trata de nostalgia por el pasado o el deseo de mantenerse a salvo en la memoria de las cosas viejas. Al contrario; la humanidad pudo progresar, cualquiera sea el significado de ese verbo. Durante miles de años produjo lo mejor y lo peor de la raza sin aparatos, sin internet, sin la parafernalia cibernética.
El mundo no es sólo computadoras y teléfonos
Esta es, claro que sí, una mirada atrevida: El mundo y la vida no se explican por los últimos treinta o cuarenta años de computadoras, teléfonos inteligentes y mundo virtual.
No hay nada más arrogante que esos gurús y jovencitos creadores de las grandes empresas de internet y redes sociales que pretenden que el mundo que ellos han inventado es el único posible. Me niego rotundamente a aceptar tamaña infatuación. No es sino la misma soberbia de los imperios antiguos, de los creadores o descubridores de las fuentes de energía, de los filósofos que decían haber llegado al fin de todos los pensamientos.
En todas las épocas se han levantado las voces de hombres y mujeres que advertían a la multitud de la locura de los encantamientos de las nuevas “ondas”. Son antiguas las pretensiones de que ahora sí estábamos frente al súmmum de la inteligencia humana, en la cresta final de la historia.
La cultura humana tiene, por lo menos, cuarenta mil años de historia, con sus luces y sus sombras. Las computadoras y los smartphones no tienen todavía cincuenta años. ¡No sé si les queda claro!
Entendiendo el pensamiento crítico como frontera final
Abogamos desde aquí por la racionalidad. Fomentamos el cuestionamiento a las ideas subyacentes en las cosas que nos llegan a través de los medios. Defendemos el pensamiento crítico. Alguien tiene que mantener la cordura. Alguien tiene que jugar el desagradable rol de aguafiestas de la fanfarria del tiempo y decir que las cosas no son lo que parecen.
Deberíamos dejar claro un hecho formidable: la historia demuestra que no hay nada nuevo bajo el sol. Que los mil años de esto o aquello terminaron siempre en el lugar donde termina la soberbia humana: el fin de las utopías y el regreso a la realidad.
Por eso, con una candidez enorme, propongo aquí la vigencia del pensamiento crítico. Porque, aunque sea la frontera final, todavía hay pensamiento. ¡No lo abandonemos!