En medio de todos los crímenes contra la humanidad, aceptados o negados, hay un genocidio que clama por ser reconocido. Es una ola de crímenes que tiene un historial de cuatro mil años* y, por lo tanto, imposible de dimensionar a la hora de las estadísticas. No tiene la cobertura del Holocausto, de los asesinatos en dictadura o los muertos en guerras y conflictos regionales.
Me refiero al asesinato de mujeres, que se conoce con la figura legal de feminicidio. Eso, sin siquiera mencionar la violencia contra la mujer que no termina en una muerte física, pero que causa daños permanentes en su cuerpo, en su mente y en sus emociones.
Los números son vidas y no dato estadístico
Según el sitio Latin American Post, en América latina —desde México hasta el punto más austral de continente— durante el año 2019 unas 7,500 mujeres fueron asesinadas. Agréguese a este registro la inmensa cantidad de mujeres abusadas sexualmente y también los huérfanos que resultan de estos crímenes; en Argentina, en lo que va corrido de este año, han sido asesinadas 243 mujeres y 172 niñas y niños quedaron sin madre.
Si uno proyecta esas cifras a, digamos unos 10 años, estaríamos hablando de 75,000 mujeres asesinadas. Sin embargo, nadie reclama estas muertes como un genocidio oculto o una “pandemia en las sombras”, como alguien lo calificó. Aquí no hay historias oficiales, no hay libros blancos, no hay nunca más, no hay informes diarios en primera plana.
Al fin y al cabo, para los administradores del sistema, parece ser un asunto bastante subalterno, dado que hay cosas “más importantes”. Así, sigue siendo una voz no oída. Un genocidio que clama por ser reconocido.
La demanda cristiana de cuidar todas las vidas
Los cristianos evangélicos de América latina se destacan en su lucha incesante contra el aborto. Uno de sus más emblemáticos slogans lo describe así: “Salvemos las dos vidas”. Algunas organizaciones cristianas se han comprometido con el tema. Han ido más allá del discurso que sólo exacerba emociones, pero no pone el cuerpo. En varios países se movilizan multitudinariamente para oponerse a la legislación sobre el tema.
Sin embargo, no vemos por parte de las instituciones cristianas un movimiento social de proporciones continentales que también proteste contra el asesinato de mujeres.
Tal vez, como mencionan las autoras del libro que se recomienda al pie de este artículo, es porque la dominación del hombre nunca ha sido desafiada clara y abiertamente por la doctrina evangélica. Incluso, apoyada en versículos descontextualizados, la admite como mandato divino. No hay espacio suficiente ni tampoco mucho interés aparente para abordar el asunto en sitios como éste.
Alguna vez escribí aquí que los cristianos están obligados por el ejemplo de Jesús y por la conciencia a cuidar de todas las vidas. Hay muertes a causa de la opresión política, el hambre, la guerra, la explotación laboral y sexual, además del aborto. Este es el caso que ponemos hoy. Un genocidio que clama por ser reconocido.
El siguiente crédito, por obligación, se requiere para su uso por otras fuentes: Artículo producido para radio cristiana CVCLAVOZ.
*La guerra más larga de la historia. Cuatro mil años de violencia contra la mujer, Lola Venegas, Isabel M. Reverte y Margó Venegas, Espasa, Madrid: 2019 —Así están las cifras de feminicidios en América Latina. Latin American Post. (2019). Recuperado el 29 de noviembre de 2020, de https://latinamericanpost.com/es/29769-asi-estan-las-cifras-de-feminicidios-en-america-latina.