Ellos le han vencido por medio de la sangre del Cordero y de la palabra del testimonio de ellos (nuestros hermanos), y menospreciaron sus vidas hasta la muerte.
Apocalipsis 12:11
He finalizado una vez más la lectura completa de la Biblia y al releer estas palabras volví a encontrar algo que me conmovió. Se refiere a “nuestros hermanos”, atormentados por el acusador en una lucha en la que menospreciaron sus vidas hasta la muerte.
Qué fuerte y qué valiente compromiso el de ellos. Fuerte, porque el mensaje del evangelio hoy es el bienestar físico, mental y emocional y una vida segura. Valiente para este tiempo carente de héroes, colmado de gente angustiada por sufrimientos emocionales buscando urgente ayuda. Más hacia el final, en el capítulo 21:8, el autor enumera a quienes sufrirán lo que él llama la “muerte segunda”. Por favor, noten este pasaje singular donde la lista es encabezada por los cobardes; primeros en la tabla, igualados a toda clase de abominables seres humanos.
Nunca pensamos que la cobardía fuera un pecado semejante a otros tan serios como los que describe el pasaje. Hemos supuesto que es una debilidad del carácter, una carencia menos grave. Sonreímos ante el dicho: “Soldado que arranca sirve para otra guerra”. Según este pasaje, no sirve para ninguna. Y encima, es una transgresión tan grave como otras que consideramos terribles.
Los hermanos de los que habla San Juan han sido vencedores. Pero no sólo han sido valientes; es que además no les ha importado la vida con tal de pelear. Y no puedo dejar de pensar en las personas que se han atrevido a desafiar la tiranía de gobiernos y grandes organizaciones de explotación laboral y ambiental.
Los mártires del cristianismo no han sido los únicos valientes de nuestra era. También ha habido valientes en la política, en la defensa de los derechos humanos y del medioambiente. Los ha habido en la lucha contra la explotación laboral y sexual, la discriminación racial y de las minorías.
Son valientes porque es difícil enfrentarse a la injusticia del estado, a los intereses de las grandes corporaciones o la mafia. Recordemos el martirio del pastor Julio César Ruibal que denunció a los cárteles narco en Colombia y fue baleado en la puerta de su casa.
De lo que no se les podría acusar jamás es del pecado de cobardía…