En el segmento Viernes de terapia junto a la licenciada Débora Pedace tratamos un tema que puede ayudarte a viajar más liviano: ¿Qué pasa cuando no se perdona?
Solemos conocer la palabra perdón, aunque por momentos sea difícil practicarla. Las personas que se abrazan al perdón y lo practican, son aquellas que logran superar los obstáculos de manera más saludable sin consecuencias devastadoras y viajan con equipaje más liviano en la vida, evitando así el peso del estrés que otros cargan.
¿En qué consiste el perdón?
El perdón es un acto de amor, una actitud superior ante los demás y la vida. Perdonar es dar un bien tras recibir un daño, es una forma especial de entrega y, además, eleva al ser humano hacia lo más profundo. Claro que es difícil de comprender y jamás se ignoraría la dificultad de perdonar a quien haya dañado o excusar esa conducta reprochable. Pero también es desafiante para el que se lo proponga.
Consecuencias y formas de mejorar
Hay personas que padecen de ciertas enfermedades producto de heridas del pasado que no han podido superar, daños irreversibles a los que permanecen atados sin encontrar salida o respuesta. Cuando, por medio de la terapia se les ofrece otra perspectiva o llevarlos por el camino de la aceptación, inmediatamente mejoran en su sistema emocional. ¿A qué se debe esta mejoría? Han aprendido a perdonar a otros y a ellos mismos, han entendido que el perdonar trae más beneficios para la víctima que para el que causo el daño.
¿Qué pasa cuando no se perdona?
Se generan los quistes emocionales que, con el tiempo, si uno no los disuelve, terminan generando consecuencias tanto a nivel emocional como físico. Muchas veces inhibiendo a las personas en su día a día dando como resultado personas infelices.
¿Qué no es perdonar?
- En primer lugar, perdonar no es olvidar. Olvidar es algo de lo que solamente el tiempo se ocupa, pero perdonar es un acto de la voluntad y solamente el que sufre está calificado para tomar esa decisión.
- En segundo lugar, perdonar no significa aceptar la conducta del otro como correcta, o justificar por qué lo hizo. Podemos perdonar incluso sin entender porque lo hicieron.
- En tercer lugar, el perdonar no depende del arrepentimiento del que causó el daño. Puede ser que del otro lado nunca te pidan perdón, sin embargo, tú puedes ser libre perdonando la ofensa sin que la otra persona ni siquiera lo note.
- Y, por último, perdonar no es signo de debilidad, sino por el contrario, es tener la valentía de aceptar sin permitir que vuelvan a dañarnos.
Entonces cuando perdonamos, estamos volviendo a ese pasado tan doloroso, pero regresando de allí completamente sanos.
¿Cómo podemos aprender a ejercitar el perdón?
- Aceptar que ha pasado, no negar la realidad.
- Perspectiva. Cuando tenemos una mirada alejada sobre el hecho podemos comprender mejor porque ocurrió y entender que no pudimos hacer nada para evitarlo.
- Trabajar en nuestra autoestima y valoración personal.
- Saber que también fuimos perdonados (buscar en tu historia vivencias que fueron perdonadas)
- Ver a la otra persona como digna de compasión. «No hay justicia sin perdón, no hay perdón sin misericordia».
El siguiente crédito, por obligación, se requiere para su uso por otras fuentes: Artículo producido para radio cristiana CVCLAVOZ.