Dramatis Personae es una antigua frase, acuñada dicen en tiempos de William Shakespeare, para referirse a los personajes principales de una obra dramática; algo así como el “reparto”. En seguida, les detallo a los “protagonistas” de este espacio, sus personajes cotidianos.
Este espacio
Para principiar —como decían los antiguos— este Dramatis Personae, aportamos el dato histórico. Al comenzar en 2012 se llamaba “Paralelo” y después se situó en el genérico “Blog de Opinión”. De vez en cuando me refiero a él como Palabra Lateral. Lateral al flujo común de este sitio. Diverso.
Ya se han dado cuenta que no me explayo sobre temas de autoayuda, no me refiero al éxito y las bondades de la vida de fe. No me interesan, para nada, los artistas del sistema. Encima de todo, no soy “feliz” y me alejo intencionadamente del intoxicante optimismo de sueños, metas y espíritus positivos.
Esto último es lo que más perturba a la inmensa mayoría, que necesita leer y decirse a sí misma cada mañana frases estimulantes para recordar las bendiciones del creer. No soy feliz por razones personales que no son objeto de conocimiento público. Además, no encuentro en la escritura sagrada ni una sola línea en la que se lea algo como “cree y serás feliz”.
Así, este dramatis personae importa, valga la redundancia, un drama personal sin mucha importancia para la vida común.
Ser feliz de otra manera
Incluso en estos tiempos, en los que soy feliz de otra manera, todos los días tienen ese instante en que daría la vida entera por tenerte delante.
Incluso en estos tiempos, Joaquín Sabina (Cursivas agregadas)
Feliz de otra manera es lo que destaco de esta cita. Tenerte delante pertenece a la irreductible esfera de lo privado y no será tratado aquí.
Sí se puede leer que hay frutos deseables en la fe, pero ninguno es la felicidad en la manera que se entiende hoy. Hace algún tiempo Phil Cooke, un productor de Hollywood que conocí en Buenos Aires, dijo que todas las personas que se implicaron seriamente —déjenme repetirlo: seriamente— en la acción del evangelio, padecieron dolor y violencia.
La pura verdad es que la prédica de felicidad y prosperidad no es otra cosa que mercadotecnia promovida por quienes buscan y reciben la ofrenda de los prósperos y felices. Eso no cabe en mi dramatis personae.
Interés público y drama personal
También intento escribir sobre asuntos de interés público. Hace ya muchos años que los creyentes empezaron a hablar de sí mismos en lugar de hablar de Dios. Olvidaron me parece que no sólo redime a las personas, sino que se involucra activamente en la sociedad civil.
Esa obsesión por mirarse a sí mismos los ha convertido en una expresión más del individualismo de la postmodernidad.
Y para terminar por ahora con este dramatis personae, escribo sobre estados de ánimo que me complican, aún más, la vida de tanto en tanto. No tengo interés alguno en mostrarme como un creyente abundante. Hay días oscuros, hay esperanzas perdidas, hay fracasos y pecados abrumadores, hay decepción y bronca acumulada. Eso forma parte también de la vida real.
De estas y otras cosas impopulares se escribe aquí y eso continuará mientras tenga ganas de hacerlo o hasta que mi estimado Director Gerente me invite a salir discretamente por la puerta trasera, abrumado por esta persistente e inoportuna incorrección política.
El siguiente crédito, por obligación, se requiere para su uso por otras fuentes: Artículo producido para radio cristiana CVCLAVOZ.