Es probable que en alguna ocasión te hayas planteado esta pregunta: «¿Por qué me ignoran cuando hablo de Jesús?» Hablar de Jesús y compartir nuestra fe es una de las experiencias más gratificantes que podemos tener como creyentes. Sin embargo, también puede ser desalentador cuando sentimos que nuestras palabras son ignoradas o rechazadas. Si alguna vez te has sentido así, es importante recordar que no estás solo. Muchos cristianos han enfrentado esta misma situación, y hay varias razones por las que esto puede suceder.
¿Por qué me ignoran cuando hablo de Jesús?
El mensaje
El mensaje de Jesús es transformador y, a menudo, desafía las creencias y estilos de vida de las personas. En 1 Corintios 1:18 (RVR1960), se nos recuerda que «la palabra de la cruz es locura para los que se pierden, pero para los que se salvan, esto es, para nosotros, es poder de Dios». Este versículo nos enseña que, para algunos, el mensaje de Jesús puede parecer extraño o incluso absurdo. No debemos desanimarnos si otros no responden de inmediato, ya que su comprensión puede llevar tiempo.
La resistencia al cambio
La vida de las personas a menudo está arraigada en sus propias experiencias y creencias. Cuando comenzamos a hablar de Jesús, estamos invitando a otros a considerar un cambio profundo en su vida. En Mateo 7:13-14 (RVR1960), Jesús nos habla sobre las dos sendas: «Entrad por la puerta estrecha; porque ancha es la puerta y espacioso el camino que lleva a la perdición, y muchos son los que entran por ella». La mayoría de las personas eligen el camino que les resulta más cómodo. Es natural que sientan resistencia ante la idea de cambiar su rumbo.
La influencia del entorno
El mundo en el que vivimos puede influir en cómo se recibe el mensaje de Jesús. Muchas veces, la cultura popular está alejada de los valores cristianos y como resultado, puede haber una falta de interés o incluso antagonismo hacia el mensaje. Otra razón del porqué te ignoran cuando hablas de Jesús.
En Juan 15:18-19 (RVR1960), Jesús nos advierte: «Si el mundo os odia, sabed que a mí me ha odiado antes que a vosotros». Es un recordatorio de que el rechazo a nuestra fe no es algo personal, sino que es parte de un conflicto más amplio entre las creencias del mundo y los principios del Evangelio.
![El rechazo a nuestra fe no es algo personal, sino que es parte de un conflicto más amplio.](https://cvclavoz.com/wp-content/uploads/2025/01/El-rechazo-a-nuestra-fe-no-es-algo-personal-1024x427.jpg)
¿Cómo evitar el desánimo?
Paciencia y la oración
Cuando nos sentimos rechazados, es importante recordar la paciencia y la oración. 1 Pedro 3:15 nos instruye:
«Santificad a Dios el Señor en vuestros corazones; y estad siempre preparados para presentar defensa con mansedumbre y reverencia ante todo el que os demande razón de la esperanza que hay en vosotros».
(RVR1960)
Este versículo resalta la necesidad de estar listos para compartir nuestra fe, pero también nos llama a hacerlo con amor y respeto. La oración puede abrir corazones y preparar el terreno para que el mensaje sea recibido en el momento adecuado.
La esperanza en la siembra
En el evangelio de Marcos, Jesús utiliza la parábola del sembrador para ilustrar cómo se recibe el mensaje del Reino de Dios (Marcos 4:1-20). Algunas semillas caen en diferentes tipos de suelo, y solo algunas dan fruto. Esto significa que, aunque no todos recibirán el mensaje de inmediato, nuestra labor de sembrar la semilla es valiosa. Cada conversación que tenemos es una oportunidad para plantar una semilla que podría germinar en el futuro.
Si alguna vez te has sentido desanimado por ser ignorado al hablar de Jesús, recuerda que tu esfuerzo no es en vano. Ten presente que en Gálatas 6:9 se nos anima: «No nos cansemos, pues, de hacer bien; porque a su tiempo segaremos, si no desmayamos». ¡Sigue compartiendo tu fe con amor y perseverancia!
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