Bienaventurado el hombre que teme a Jehová, Y en sus mandamientos se deleita en gran manera. Su descendencia será poderosa en la tierra; la generación de los rectos será bendita.
Salmos 112:1-2 (1960 RVR).
Esta es una grandiosa promesa que Dios da a sus hijos; pero hay principios que se deben cumplir como manifestar temor a Dios y cumplir sus mandamientos. Cuando uno vive de acuerdo a lo que el Padre nos manda, el resultado que tendremos es el éxito en todas partes. Lo impresionante de la obediencia es que no sólo afectará a una persona, sino que será a toda una generación.
¿Cómo sucede esto? La obediencia a los principios bíblicos se demuestra en un buen trato a nuestros seres queridos, nuestra forma de vida es íntegra y manifestamos amor, gozo y paz que impactan a los que están a nuestro alrededor; dando como resultado que ellos desearán experimentar lo mismo. Es así que uno puede transmitir a su generación el amor de Dios y, por ende, esta será bendecida por el Señor.
Así como uno es bienaventurado cuando obedece a Dios y en consecuencia afecta de forma positiva a su familia, ocurre lo contrario cuando uno desobedece los mandatos del Señor. Un claro ejemplo lo tenemos con Acán, un personaje de la Biblia que codició un manto babilónico, dos kilos de plata y medio kilo de oro durante la caída de Jericó, apartándolos para sí, pese a que la orden del Señor fue no tomar nada de ese lugar. Esta acción afectó a todo el pueblo de Israel, quienes fueron derrotados posteriormente en una guerra. Cuando se descubrió la transgresión de Acán, él y toda su familia perecieron.
Dios no planeó que vivamos en derrota y perezcamos en nuestros pecados, más bien desea que seamos victoriosos y nuestra generación sea bienaventurada. Para ello sólo debemos cumplir con lo establecido por Él, y viviremos una vida plena y en victoria.
El siguiente crédito, por obligación, se requiere para su uso por otras fuentes: Artículo producido para radio cristiana CVCLAVOZ.