A muchas personas no les gusta hablar del tema, prefieren evitarlo, quizás por temor o por la incertidumbre pero, ¿cómo esperas la llegada a tu eterno hogar?
¿Quién te espera en tu destino?
Hacia el final de la Segunda Guerra Mundial, un soldado que había pasado más de tres años en el sur del Pacífico estaba sentado en un vagón del tren con una cara expectante y jubilosa. El tren iba en dirección a Chicago.
- ¿A qué velocidad vamos? – preguntó el soldado al revisor.
- Esta sección de la vía es buena y vamos a unos ciento diez kilómetros por hora – contestó el revisor.
- ¿Cuánto nos falta para Chicago? – preguntó de nuevo el soldado.
- Algo más de cien kilómetros.
- No sé por qué no hemos llegado ya – dijo el soldado, y bajó su equipaje de la rejilla de arriba – Voy a ser el primero en bajar de este tren!
¿Por qué tenía tanta prisa en llegar? Su padre, madre, hermanos, hermanas, amigos y novia le estaban esperando para darle la bienvenida.
Había otro soldado en aquel mismo vagón, tenía la cara llena de tristeza. Iba esposado y a cargo de la policía militar. No tenía ningunas ganas de llegar a su destino porque solo le esperaba el juicio y el castigo por el delito que había cometido. No habría ni amigos ni seres queridos esperándolo.
¿Gozo o temor?
Y tú, ¿aguardas con júbilo el día de llegar a casa? ¿Te recibirán en las moradas sempiternas y estarás con el Señor y con tus amados en la gloria? ¿ O es que eres de los que teme a ese día?
La respuesta a esas preguntas depende de quién es Jesús para ti y si has aceptado su obra redentora.
Los que creen en el Hijo de Dios tienen vida eterna. Los que no obedecen al Hijo nunca tendrán vida eterna, sino que permanecen bajo la ira del juicio de Dios.
Juan 3:36 (NTV).
No hay nada más seguro que la muerte, todos vamos a morir, algunos más pronto que otros pero todos dejaremos este cuerpo terrenal y nuestro destino final depende de lo que decidamos aquí en la tierra.
Estás a tiempo de tomar la mejor decisión de tu vida, aquella que determinará tu destino eterno. Vive confiadamente, feliz y expectante, sin temor a la muerte, con la certeza de dónde pasarás la eternidad.
El siguiente crédito, por obligación, se requiere para su uso por otras fuentes: Artículo producido para radio cristiana CVCLAVOZ.