“Dime con quién andas y te diré quién eres” ¿Alguna vez escuchaste decir esa frase? quizá una infinidad de veces, mas no siempre le prestamos la atención que se merece.
Sin embargo, el salmista David nos recuerda la importancia que tiene el rodearse de personas que nos influencien a hacer el bien.
Dichoso el hombre que no sigue el consejo de los malvados, ni se detiene en la senda de los pecadores ni cultiva la amistad de los blasfemos, sino que en la ley del Señor se deleita, y día y noche medita en ella.
Salmos 1:1-2 (NVI)
¿De qué tipo de personas estás rodeado?
Nuestros amigos pueden tener una influencia profunda en nosotros y a menudo en una forma muy sutil. Y si insistimos en rodearnos de personas que se burlan de Dios o son indiferentes a su voluntad, sin darnos cuenta estaremos haciendo lo mismo.
Recuerda que la familia en la que naciste y creciste, te ha sido dada por Dios; pero los amigos son la familia que tú eliges.
Dime con quién andas…
Quizá es momento de analizar el tipo de personas que frecuentamos, porque ellas son las que nosotros escogimos y a quienes les permitimos ser de influencia en nuestras vidas y viceversa.
Ahora te pregunto: ¿Tus amigos te ayudan a ser mejor persona? ¿Se preocupan por ti en medio de tus problemas? ¿Son sinceros contigo? ¿Estás orgulloso de lo que ellos hacen y lo que te llevan a hacer?
Es posible que no a todas estas preguntas respondas positivamente, pero si deseas ser verdaderamente feliz, comienza por apartarte de los tres tipos de personas que menciona el salmista David en el versículo uno del mismo capítulo.
Una regla de oro
Dime con quién andas y te diré en quién te has convertido. Observa lo que el sabio Salomón escribió acerca de esto:
Júntate con sabios y obtendrás sabiduría; júntate con necios y te echarás a perder.
Proverbios 13:20 (DHH)
¿A quién escogerás?
El siguiente crédito, por obligación, se requiere para su uso por otras fuentes: Artículo producido para radio cristiana CVCLAVOZ.