Es maravilloso pensar que pudiéramos tener un carácter que impresione a otros. Un carácter que deje una buena impresión. Que anime a otros a preguntarnos cómo hemos llegado a ser así. Tal vez amables, bondadosos, prudentes, generosos. Es la imagen que buscamos tener. La imagen más parecida al carácter de Jesús.
El carácter de Mateo
Cuando leemos en la Biblia en el libro de Lucas, que Mateo se levantó, dejó todo y siguió a Jesús, nos debe asombrar porque Mateo era un hombre de mucha riqueza. También en el recuento de Lucas leemos que Leví, que es el mismo Mateo, le ofreció a Jesús un gran banquete en su casa.
Sin embargo, cuando leemos el libro de Mateo, esas cosas no aparecen. No menciona que lo dejó todo, ni menciona el gran banquete. Podríamos decir que Lucas es más detallista. Pero sentimos también que Mateo es humilde y por eso no cuenta la historia de la misma forma. Vemos que el carácter de Mateo puede impresionar a otros.
Alábete el extraño, y no tu propia boca; el ajeno, y no los labios tuyos.
Proverbios 27:2 (RVR 1960)
Si leemos el relato de la conversión de Mateo de Lucas y luego leemos el relato del propio Mateo, sentimos un equilibrio. Lucas quedó impresionado con Mateo y siempre meticuloso al escribir, por ser su estilo, nos muestra el carácter de este apóstol.
Podemos decir que Mateo, en su relato, nos muestra que estaba impresionado con Cristo. No se podía jactar de otra cosa, conociéndose, que no fuera de la misericordia de Dios. Podía sentir que su carácter había cambiado, pero su agradecimiento sobrepasaba el admirar su propio cambio.
Oremos por un carácter que impresione
De esa misma manera, tratemos de relacionarnos lo suficiente con Dios para que desarrolle en nosotros un carácter que impresione a otros. Pero no permitamos nunca que nos impresione a nosotros mismos. Que nunca nos alejemos de la admiración, respeto y reverencia aunado al agradecimiento que debemos sentir por el amor y la misericordia maravillosa de Jesús.
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