No seas vencido de lo malo, sino vence con el bien el mal.
Romanos 12:21 (RVR 1960).
Este pasaje parece muy claro, pero a la hora de aplicarlo en nuestra vida diaria se complica porque generalmente nos dejamos llevar por lo incorrecto. Al ser movidos por nuestras emociones pretendemos herir como nos hirieron. Entonces, ¿Cómo podemos vencer el mal haciendo el bien?
Un ejemplo muy claro lo podemos ver en dos de los discípulos de Jesús, casualmente ambos hermanos, sus nombres eran Juan y Santiago, hijos de Zebedeo. Ellos caminaron con el Maestro durante todo su ministerio, tuvieron el privilegio de escucharlo en primera fila, pero lamentablemente, después de tres años aproximadamente, los hermanos aún no aplicaban las enseñanzas del Señor en sus vidas.
En una ocasión, Jesús envió a unos mensajeros a una aldea de los samaritanos para hacer los respectivos preparativos ordenados por el Señor. Sin embargo, ellos fueron rechazados por los habitantes, esta situación produjo que Santiago y Juan le digieran a Jesús:
[…] Señor, ¿quieres que mandemos que descienda fuego del cielo, como hizo Elías, y los consuma?Lucas 9:54 (RVR 1960).
¿Cuántas veces hemos tenido la intención de vengarnos cuando alguien nos hizo daño? Tal vez sólo hemos deseado que les vaya mal, o quizás fuimos al extremo de decir palabras ofensivas o hasta el punto de cometer acciones que pudieran herir a quienes nos lastimaron. Sin importar cuál sea nuestro pensamiento o acción, si está dirigido con la intención de lastimar, ya estamos obrando en contra de lo que Dios nos enseñó. Por eso Jesús reprende a sus discípulos de la siguiente manera:
[…] Vosotros no sabéis de qué espíritu sois; porque el Hijo del Hombre no ha venido para perder las almas de los hombres, sino para salvarlas. Y se fueron a otra aldea.Lucas 9:56 (RVR 1960).
Aquí podemos notar que Jesús, ante el rechazo de los aldeanos, no sintió molestia ni se ofendió por lo ocurrido; más bien les recuerda a sus discípulos el propósito por el cual Él estaba en la tierra, no era para condenar, ni dañar sino para salvar a la humanidad.
Entonces ¿Cómo debemos actuar?
Ante una ofensa, si somos movidos por el calor de nuestras emociones, es muy probable que actuemos de forma incorrecta. Es por esta razón, que lo mejor es darse el tiempo necesario para dejar que las emociones se estabilicen, para luego reflexionar si lo que pretendo decir o hacer tiene la intención de lastimar y humillar al otro. Si es así, no es el amor de Dios que reina en el corazón. Caso contrario, si busco edificar y ayudar al otro, es ahí cuando practico lo que significa verdaderamente el amor de Dios.
La única manera de vencer el mal es haciendo el bien. Si te dificulta realizar esta acción es porque no conoces realmente el amor del Señor. Él nos enseña a amar a nuestro prójimo. Te animo a que lo conozcas todos los días leyendo tu Biblia. Ahí aprenderás lo mucho que Dios te ama.
El siguiente crédito, por obligación, es requerido para su uso por otras fuentes: Artículo producido para radio cristiana CVCLAVOZ.