Para hablar acerca de la paternidad de Dios, comencemos con la definición de ese término.
Paternidad es definido como estado o circunstancia del hombre que ha sido padre y que genera una serie de derechos y deberes recíprocos.
En la Biblia, cuando lees de paternidad, verás que lo definen como estar en estado constante de protección. Lo relacionan con el que provee y el que instruye o educa al niño durante su vida. Y nos presenta a Dios como un eterno Padre amoroso.
Paternidad humana vs. Paternidad divina
La paternidad humana
El padre es una figura protectora, el hombre responsable que se preocupa por la provisión de su familia y sus hijos.
Pero hemos visto padres que no tienen siquiera relación afable con sus hijos. Sienten que la paternidad es solo autoridad. Otros se ausentan. No pretendemos generalizar, porque también sabemos de muchos padres ejemplares, dedicados, que se esfuerzan por ser intachables y relacionarse con sus hijos. Quieren darles buen ejemplo de cómo debe ser un hombre, en el caso de los chicos; y de cómo debe tratarlas un hombre, en el de las niñas.
En la cultura latinoamericana, creemos en la relación fuerte que se da con la madre por llevar a la criatura dentro. Pero con el paso del tiempo, los padres han comenzado a tener una paternidad donde están más involucrados desde la gestación de sus hijos. Mucho más durante su crecimiento.
En la gran mayoría de los hogares con hijos, la disciplina la aplica mayormente la madre, porque el padre físicamente es muy fuerte. Pero las normas, reglas y disciplina que no sea física, están a cargo de ambos.
La paternidad divina
Una vez que sabemos del gran amor de Dios al conocer la verdad, sentimos que puede haber una relación con Dios, incluso más íntima y cercana que con nuestro padre humano. En la Biblia leemos que Dios nos ama antes de nacer, tal cual amó a Jeremías.
«Te conocía aun antes de haberte formado en el vientre de tu madre; antes de que nacieras, te aparté y te nombré mi profeta a las naciones.»
Jeremías 1:5 (NTV)
La lectura de la Biblia nos da mucha seguridad en el amor del Padre celestial, ese gran amor que nunca nos desamparará ni dejará de protegernos. Dios nos ama a cada uno de Su creación como «la niña de Sus ojos». También nos deja ver el amor eterno, sin fin, por el cual decide enviar a Su Único Hijo a ser la paga por nuestros pecados.
No hay amor más grande y podemos estar confiados en que Su voluntad siempre será lo mejor para nosotros. La paternidad de Dios nos deja ver que Su amor nunca nos faltará y que jamás nos desamparará porque nos ama con fidelidad eterna y nos defiende contra todo mal.
«Porque así ha dicho Jehová de los ejércitos: Tras la gloria me enviará él a las naciones que os despojaron; porque el que os toca, toca a la niña de su ojo.»
Zacarías 2:8 (RVR 1960)
Dios también nos disciplina cuando desobedecemos o no prestamos atención a Sus consejos de cómo vivir bien esta vida. Los valores y principios que nos dejó en la Biblia. Su disciplina paternal es permitir las consecuencias de nuestras acciones y lo hace para que podamos aprender; siempre para nuestro bien.
¿Qué dice la Biblia sobre la paternidad?
En la Biblia leemos de la gran responsabilidad que conlleva el ser padre, y la necesidad de inculcar los valores. Repetirlos una y otra vez a nuestros hijos para instruirlos en el camino del bien. Los mandamientos de Dios son nuestras leyes y tienen todas una razón de ser. La paternidad requiere que las inculquemos.
«Y las repetirás a tus hijos, y hablarás de ellas estando en tu casa, y andando por el camino, y al acostarte, y cuando te levantes. Y las atarás como una señal en tu mano, y estarán como frontales entre tus ojos; y las escribirás en los postes de tu casa, y en tus puertas.»
Deuteronomio 6:7-9 (RVR 1960)
También nos habla la Biblia de la necesidad de la disciplina como parte de la paternidad. Y es cierto, hay hijos que vienen con temperamentos muy fuertes a los que se necesita poner límites. Si tienes hijos rebeldes, con tendencias violentas, es necesario buscar maneras de disciplinarlos por su bien.
«El que detiene el castigo, a su hijo aborrece; mas el que lo ama, desde temprano lo corrige.»
Proverbios 13:24 (RVR 1960)
Incluso leemos del respeto que los padres deben tener para con los hijos y de que enseñamos muchas veces más con lo que hacemos que con lo que decimos. Porque es bien cierto que la disciplina debe ser dada con amor.
«Padres, no hagan enojar a sus hijos con la forma en que los tratan. Más bien, críenlos con la disciplina e instrucción que proviene del Señor.»
Efesios 6:4 (NTV)
¿Cómo ser hijo de Dios?
Antes de la muerte de Jesús, para entrar al lugar santísimo del Templo de Dios, los sacerdotes escogidos debían hacer una serie de ritos. Y luego solo ellos tenían acceso a conversar con Dios.
«Mas Jesús, habiendo otra vez clamado a gran voz, entregó el espíritu.Y he aquí, el velo del templo se rasgó en dos, de arriba abajo; y la tierra tembló, y las rocas se partieron.»
Mateo 27:50-51 (RVR 1960)
Cuando Jesús dio Su vida como sacrificio por los pecados de toda la humanidad, el velo del Santísimo se rasgó. De esa manera nos dio acceso directo a Dios. Y nos deja saber que por fe y por creer en Su vida, muerte y resurrección, con el arrepentimiento de nuestros pecados, somos salvos.
La Biblia nos dice lo que debemos hacer para ser salvos. Buscar a Dios, conversar con Él, diciéndole que nos arrepentimos de haber pecado, de habernos alejado de Él y que queremos que sea nuestro Señor y Salvador. Debemos creer firmemente en Su resurrección.
«Esta es la palabra de fe que predicamos: que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo. Porque con el corazón se cree para justicia, pero con la boca se confiesa para salvación.»
Romanos 10:8-10 (RVR 1960)
Si no has tenido esa conversación con Dios, te invitamos a tenerla. La llamaos oración de Salvación. Es sencilla:
Señor, vengo ante ti y me arrepiento de corazón por todas mis faltas. Creo en tu gran amor, tu sacrificio y tu resurrección. Quiero que, desde hoy, seas mi Señor y mi Salvador, en el nombre de Jesús, amén.
Comunícate con nosotros si esta es la primera vez que haces esta oración, o si la estás haciendo para regresar a Jesús. Nos gustaría darte consejos de los pasos que puedes seguir para fortalecer tu fe y no alejarte nunca más de Dios, con la certeza de que pasarás la eternidad a Su lado en un lugar maravilloso.
Para nosotros todos en casa son importantes, por eso queremos que visites nuestra categoría de Familia en la página web y juntos se instruyan en la Palabra de Dios.