«Predica el Evangelio en todo momento y, si es necesario, usa las palabras.»
Francisco de Asís
La evangelización es una tarea fundamental para el creyente. Sin embargo a menudo se discute la manera más efectiva de compartir el mensaje del evangelio. Una pregunta que surge con frecuencia es: ¿se puede evangelizar sin hablar? Desde una perspectiva bíblica, y en particular a la luz de Romanos 10:14-17, se puede argumentar con firmeza que no, no se puede evangelizar sin hablar.
«¿Cómo, pues, invocarán a aquel en el cual no han creído? ¿Y cómo creerán en aquel de quien no han oído? ¿Y cómo oirán sin haber quien les predique?»
Romanos 10:14 RVR 1960
Si se puede evangelizar sin hablar, ¿quién les predica?
El apóstol Pablo, en la carta a los Romanos, establece un vínculo crucial entre la proclamación del evangelio y la fe. En Romanos 10:14 se plantea una serie de preguntas: «¿Cómo, pues, invocarán a aquel en el cual no han creído? ¿Y cómo creerán en aquel de quien no han oído? ¿Y cómo oirán sin haber quien les predique?» Aquí, Pablo enfatiza la necesidad de la expresión verbal del mensaje de Cristo. La pregunta sobre cómo pueden creer sin haber oído implica que la fe viene a través del oír (audio) el mensaje de la salvación, lo que a su vez requiere que alguien lo hable.
La idea de evangelizar sin palabras puede sonar atractiva, especialmente en un mundo donde las acciones a menudo se valoran más que las palabras. Sin embargo, las Escrituras nos enseñan que las acciones, aunque importantes, deben ser acompañadas de la proclamación verbal del evangelio.
¿Obras sociales o evangelismo?
En Romanos 10:15, Pablo dice: «Y ¿cómo predicarán si no son enviados?» Este versículo subraya el mandato de enviar mensajeros para proclamar el evangelio. Si el evangelio no se predica, la oportunidad de que otros escuchen y crean se pierde.
La fe, según el versículo 17, proviene del oír, y el oír, a su vez, de la palabra de Cristo. Es decir, el acto de escuchar la palabra de Dios es esencial para que una persona pueda tener fe. El evangelio es un mensaje que debe ser comunicado; no puede ser simplemente una serie de acciones pasivas o ejemplos de vida. Aunque las buenas obras pueden preparar el terreno, son las palabras, en especial las que surgen de la Biblia que llevan el mensaje del amor y la salvación de Dios a los corazones de las personas. Recordemos que la Biblia es una espada de dos filos.
Las buenas obras, el buen carácter modelado a Cristo sirve de testimonio de que nuestra vida esta anclada en Jesús. El buen testimonio nos da una plataforma para predicar el evangelio. Definitivamente es un aval tener congruencia entre lo que decimos y hacemos; sin embargo, tener buen testimonio y nunca compartir el evangelio no es suficiente.
Es cierto que el testimonio de vida es importante y que las acciones pueden hablar volúmenes. Sin embargo, las acciones por sí solas no pueden reemplazar la necesidad de la proclamación del evangelio. La vida cristiana debe ser un reflejo del mensaje que se comparte, pero el mensaje en sí mismo debe ser verbalizado. Así, la vida y la palabra se complementan, y juntos forman una poderosa herramienta para la evangelización.
La gran comisión
La evangelización es un mandato claro en las Escrituras. En Mateo 28:19-20, conocido como la Gran Comisión, Jesús ordena a sus discípulos:
«Id, pues, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado.»
Este mandato implica una comunicación activa, donde se habla y se enseña sobre las enseñanzas de Cristo. La evangelización sin hablar carece de esta directriz clara.
Además, la falta de palabras puede llevar a malentendidos sobre la naturaleza del evangelio. Si las personas no escuchan las verdades fundamentales de la fe cristiana, pueden formar sus propias ideas basadas en interpretaciones erróneas. Volvemos al versículo 19: «id, y haced discípulos», o sea, un discípulo es aquel que aprende de las enseñanzas y prácticas de otro. Sin la proclamación verbal, el mensaje del evangelio se diluye y puede perder su esencia.
Agentes encubiertos o discípulos
En un mundo que corre en dirección contraria a las cosas que le agradan a Dios es mucho más fácil escudarse seguros ante un buen comportamiento y no hablar. Predicar el evangelio es de valientes.
A la luz de Romanos 10:14-17 y el mandato de Jesús en la Gran Comisión, es evidente que no se puede evangelizar sin hablar. La fe viene por el oír, el oír el mensaje del evangelio, y es responsabilidad nuestra compartirlo. La evangelización requiere acción, pero esa acción debe incluir una comunicación clara y verbal del amor y la gracia de Dios.