Muchas veces nos autosaboteamos alimentando al desánimo que pretende derrumbarnos y paralizarnos. Mas, cuando no hay nada ni nadie que pueda levantarnos, debemos ponernos fuertes y desafiar a nuestra propia alma a confiar en Dios.
¿Por qué te abates, oh alma mía, Y te turbas dentro de mí? Espera en Dios; porque aún he de alabarle, Salvación mía y Dios mío. Salmos 42:5 (RVR 1960)
El salmista, pese a tener razones para desanimarse, desafió a su propia alma, a sus sentimientos turbados y los llevó ante Dios. Él es lugar donde todos debemos llevar nuestras aflicciones y pesares.
Desafía a que confíe en Dios
La razón por la que confiamos en Dios no es porque otras personas nos contaron de Él y de lo hizo en sus vidas, es porque cada uno ha experimentado de su salvación, de su perdón, su amor, paz, y todo lo maravilloso que es tener una relación personal con Él.
Es por eso que nuestro aliciente en tiempos de desánimo o tristeza debe ser la confianza en Dios porque, así como entregó a Jesús para que seamos salvos, hará cosas poderosas para mantenernos a su lado.
Pese a lo que atravesamos, debemos hablar con nosotros mismos para desafiarnos a renovar nuestra confianza y seguridad en nuestro Padre, porque de Él viene toda la fortaleza y renovación.
En cambio, los que confían en el Señor encontrarán nuevas fuerzas; volarán alto, como con alas de águila. Correrán y no se cansarán; caminarán y no desmayarán. Isaías 40:31 NTV
Oración del día
Señor, tu conoces cómo me siento hoy, el desaliento ha invadido mi ser y no hallo cómo salir. Por eso pongo mi confianza en ti, le digo a mi alma que recuerde quién la ha salvado y quién es el que le da las fuerzas. Necesito de tu presencia en mi corazón para tener paz y fortaleza para continuar. ¡Ayúdame Señor!
Recibo tu fuerza y pongo mi total confianza en ti. Gracias, Padre por no abandonarme y porque siempre estás para sacarme de mis propios embrollos. En el nombre de Jesús, amén.
Aplicación
Cuando el desánimo te visita, ¿qué haces para que se vaya?