La arrogancia del hombre se manifiesta de muchas maneras. Una de esas formas se evidencia cuando una persona no acepta la enseñanza del otro. Tiene la idea de que ya sabe lo suficiente y no requiere la ayuda de los demás.
El envanecimiento produce autosuficiencia, haciendo que las personas se vean a sí mismas como lo máximo. Usan su poder e influencia para enseñorearse de los demás, aprovechan la posición que tienen para servirse de los que están en un nivel inferior.
El apóstol Pablo detectó estas características en la iglesia de Corinto, ¿Será posible? Sí, la arrogancia del hombre también pueda manifestarse en la casa de Dios.
Pero ¿qué pasó?
Esta iglesia era dotada de muchos dones, pero se olvidaron de Dios, dejaron de caminar y aprender de la humildad y mansedumbre de Jesús; empezaron a depender de sí mismos, comenzaron a exaltarse y buscaban ser reconocidos.
Pablo tuvo que explicarles que ante Dios no servía de nada la manifestación de sus dones. Eso era insignificante si no tenían amor; qué triste episodio el que vivió esta iglesia.
En la Biblia encontramos lo que sucede con el hombre arrogante:
Antes del quebrantamiento es la soberbia, Y antes de la caída la altivez de espíritu.
Proverbios 16:18 (RVR 1960)
Un ejemplo muy claro de un hombre arrogante lo encontramos en Pablo antes de su conversión. La posición que él tenía lo llevó a humillar y producir temor en los seguidores de Cristo.
Esto sucedió hasta que tuvo un verdadero encuentro con Dios. Saulo cayó al piso, su soberbia fue quebrada y perdió la visión por unos días. Tuvo que depender de las personas que estaban a su alrededor para llevarlo al lugar donde debía ir.
Un hombre que era arrogante ahora dependía de otros y sobre todo de Dios mismo. Pablo aprendió a caminar en humildad a partir del encuentro con Jesús.
¿En qué termina la arrogancia del hombre?
Tarde o temprano el hombre arrogante caerá. Dios humillará a las personas que decidieron exaltarse.
Si notaste que has actuado con arrogancia en tu iglesia o en otro lugar, por los dones o capacidades que Dios te dio, confiésalo ante Él y apártate del mal.
El verdadero amor no se envanece. Las personas que caminan con Jesús aprenden a ser humildes y mansas, de tal manera que usan su poder, la posición que tienen o los dones que Dios les regalo para servir a los demás.
El siguiente crédito, por obligación, se requiere para su uso por otras fuentes: Artículo producido para radio cristiana CVCLAVOZ.