La sociedad hoy en día enseña que la apariencia es más importante que los principios y valores. Por esta razón, para algunas personas, su concepto o identidad está basada en su apariencia física y manera de vestir.
La vestimenta no define quién eres
Para muchas personas, la forma en que vestimos habla de nosotros, pero, para Jesús nuestra verdadera identidad o carta de presentación proviene del corazón. No es algo que vistes. Es lo que eres.
No se interesen tanto por la belleza externa: los peinados extravagantes, las joyas costosas o la ropa elegante. En cambio, vístanse con la belleza interior, la que no se desvanece, la belleza de un espíritu tierno y sereno, que es tan precioso a los ojos de Dios.
1 Pedro 3:3-4 (NTV).
La palabra de Dios no prohíbe el uso de ropas lujosas, peinados exagerados o el uso de joyas costosas ni ningún otro tipo de cosas, simplemente aconseja que no sea nuestra preocupación. Lo que realmente le importa a Dios es la belleza que proviene del corazón, esa belleza que tiene más valor que la que viene de la vestimenta externa.
La vestimenta ideal
Antes, debes saber, que, si has entregado tu vida a Cristo, eres escogido por Dios. Por lo tanto, debes usar la vestimenta ideal.
Una persona que realmente ha aceptado a Jesús como su Señor y Salvador es alguien que ha sido escogido por Dios. Esto significa que Dios lo ha elegido para que sea algo especial y cumpla con Su plan.
Vestíos, pues, como escogidos de Dios, santos y amados, de entrañable misericordia, de benignidad, de humildad, de mansedumbre, de paciencia; soportándoos unos a otros, y perdonándoos unos a otros si alguno tuviere queja contra otro. De la manera que Cristo os perdonó, así también hacedlo vosotros.
Colosenses 3:12-13 (RVR 1960).
Según estos pasajes Dios nos pide que nos vistamos de misericordia, gracia, compasión, paciencia y humildad. Esto significa que no dominaré ni manipularé para mis propios fines, aun cuando tenga el poder y la habilidad para hacerlo. Tampoco seré impaciente, temperamental, ni lleno de resentimiento hacia las debilidades y defectos de las personas que me rodean.
Por lo tanto, vistámonos como escogidos de Dios, que cuando las personas nos vean encuentren a Cristo en nuestra forma de hablar, caminar y accionar. Mostremos siempre a Dios en todo lo que hagamos.
Cuando hoy salgas de casa, lleva contigo la humildad, compasión, misericordia y paciencia.
El siguiente crédito, por obligación, se requiere para su uso por otras fuentes: Artículo producido para radio cristiana CVCLAVOZ.